Lectura: Proverbios 6:1-35
En muchos de
los proverbios que componen este capítulo, se nos describe que la gente del
mundo antiguo usaba su lenguaje corporal para destruir a otros. Ellos hacían
guiños, señas, se encogían de hombros para tramar sus calumnias, y se sentían
seguros con sus ataques; sus acciones eran sutiles, pero tan mortales como las
balas que perforan el corazón. Después de todo, es difícil evidenciar un mal
gesto o comprobar un mal guiño que una persona le realice a otra.
Algunas
personas han convertido la calumnia en un arte fino; no utilizan un cuchillo de carnicero para
cortar a otra persona sino que son astutos “sicarios” que han aprendido a
calumniar con un gesto, un guiño o una sonrisa malévola.
El escritor
Robert Louis Stevenson señaló que: “Las mentiras más crueles, se suelen decir
en silencio.” Cuando alguien es atacado en una conversación, los oyentes pueden
participar en el ataque con un simple movimiento de cabeza.
Dios aborrece a los calumniadores, a los
sinvergüenzas y villanos que ocultan el odio en su corazón y recurren al
engaño proferido por sus bocas. Los
versos de Prov. 6:16-17 nos recalcan las cosas que reprueba el Señor.
Entonces, ¿será
necesario pedirle al Dios del amor y la verdad, que nos haga ver cuando estamos
usando estos malévolos recursos en nuestra vida diaria? La respuesta es un rotundo Sí. Entonces, por amor a Él, y por tu propio bien
y el de los demás, ¡hazlo!
1. Proponte tener
hoy pensamientos que beneficien a otros. Medita en tu corazón y tu mente,
silencia tus labios y analiza si lo que va a salir de ellos es ira, calumnia,
mentira u otra cosa que no edifique.
2. Ten cuidado con
la lengua, la cual se encuentra en un lugar húmedo y puede deslizarse
fácilmente.
“Porque el
mandamiento es antorcha y la instrucción es luz. Y las reprensiones de la
disciplina son camino de vida.” (Prov. 6:23)
MD/HG - (DEV. "PROVERBIOS: SABIDURÍA DIVINA PARA LA VIDA DIARIA")