Hay ocasiones
en la vida cuando las cosas se ven muy mal, pero podemos decirle a Dios: “Estoy
poniendo toda mi fe en Ti, porque, aunque mi situación pareciera no tener
esperanza, contigo nada es imposible” (ver Lucas 18:27).
En Marcos 5
leemos que Jesús estaba en camino a la casa de un hombre llamado Jairo y una
gran multitud Le seguía.
“Una mujer que
desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de
muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto”
(Marcos 5:25-27).
La versión
Reina Valera dice que ella tocó Su manto. Y aunque su condición iba de mal en
peor, ella pensó dentro de sí: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”
(versículo 28).
Su fe estaba
diciendo: “Yo puedo hacer esto” y entonces: “Jesús hará la otra parte”. Ella
miraba lo imposible y afirmaba que Jesús podía lograrlo.
Me encanta la
fe de esta mujer. Ella no tenía razón
alguna para tener fe porque nada de lo que ella había intentado, había
funcionado. Pero finalmente, ella se agarró de esta última esperanza, de
este último deseo. Ella se dijo a sí misma: “Tocaré tan sólo el borde de Su
manto. ¡Me agarraré de Jesús!”
Ella se abrió
camino a través de la multitud y tocó el borde de Su manto; y “...en seguida la
fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel
azote” (Marcos 5:29).
GARY WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)