Pablo dijo:
“soy muerto para la ley” (Gal. 2:19), porque “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (v. 20). Esto es
únicamente posible gracias a nuestra unión con Cristo. El Apóstol Pablo
identifica a cada creyente con Cristo:
· En Su muerte (Ro. 6:3,6; Col. 3:1-3)
· En Su sepultura (Ro. 6:4)
· En Su resurrección (Ro. 6:5, 8,11)
· En Su ascensión (Efesios 2:6)
· En Su vida (Ro. 6:10-11)
· En Su poder (Ef. 1:19-20)
· En su herencia (Ro. 8:16-17; Ef.
1:11-12)
Cuando Pablo
dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”, él, literalmente, se refiere a
haber sido y continuar siendo crucificado juntamente con Cristo. La vida eterna
que recibimos en el momento de la salvación fue la vida eterna de Cristo, “para
que el cuerpo del pecado sea destruido” (Ro. 6:6). El “cuerpo de pecado” se
refiere a la persona o ser (viviendo en forma corporal) que está bajo la ley y
el dominio del pecado. Esta persona fue “destruida” al ser crucificada con
Cristo. El término griego “destruida” se podría traducir de igual manera como
“hecho inefectivo o impotente” “traído a su fin” o “ser liberado de”. Nuestro viejo yo era
esclavo del pecado y por lo tanto utilizaba toda nuestra existencia corporal
para servicio del pecado y su dominio. Ese viejo yo ha muerto juntamente con
Cristo. Ahora, un nuevo yo existe, el cual no está ya bajo el dominio del
pecado.
El pecado reina a través de la muerte, por lo
tanto la manera de liberarse del pecado es a través de la muerte (Ro. 6:6). Por lo tanto, si una persona muere, el
pecado pierde dominio sobre esa persona. Ya que el creyente ha muerto
juntamente con Cristo (participando juntamente con Él en Su muerte al pecado),
el creyente es libre del domino del pecado y vive una nueva vida de libertad.
He tratado con muchos cristianos que han creído las mentiras de Satanás de que
la única manera de liberarse del pecado y de los demonios es morir físicamente,
esto es, terminar ellos mismos su vida; pero los verdaderos creyentes ya han
muerto juntamente con Cristo quien es el único que puede conquistar el pecado y
la muerte. Tome nota que la muerte es el final de una relación no de la
existencia. De acuerdo con Pablo, estamos vivos en Cristo y muertos al pecado
(Ro. 6:11). En Cristo, el pecado y la muerte ya no tienen dominio sobre
nosotros. La muerte física todavía es
inminente, pero continuaremos viviendo espiritualmente aun si morimos
físicamente. El pecado sigue estando presente y sigue siendo atractivo, pero no
tenemos que ceder ante él. La ley de la vida en Cristo Jesús nos ha liberado de
la ley del pecado y de la muerte. Créalo y viva de acuerdo con ello.
NEIL ANDERSON - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)