Algunos meses
después del 11-S (9/11), un periódico de la ciudad de Nueva York publicó este
título: "CIUDAD DE PÁNICO". El Departamento de Seguridad Interna
había advertido que se había descubierto un ataque terrorista planeado; y la
alerta de terror se había elevado a código naranja.
TEMORES OCULTOS.
Ese mismo día,
un agente de policía de la ciudad de Nueva York me habló de la incertidumbre y
la alarma dentro de la policía y de los departamentos de bomberos. Su aparente
muestra exterior de fuerza escondía temores ocultos porque la mayoría de ellos
había perdido amigos durante los ataques del 11-S.
Incluso ahora,
años más tarde, cada vez que algunos neoyorquinos viajan a través de los
túneles y sobre los puentes, retienen su aliento y oran por protección. Un
vehículo detenido puede causar pánico. El mayor temor que atormenta a esta
ciudad es una bomba en una maleta, portadora de capacidades nucleares o
germinales. Mucha gente empezó a llevar consigo, pequeñas máscaras de gas. La
ciudadanía parece estar resignada a lo inevitable, creyendo que, eventualmente,
un ataque de proporciones mayores acabará por azotar. Nadie sabe cuándo, pero
el pensamiento yace pesadamente sobre la población.
UNA FUENTE DE
AYUDA.
Sin embargo, no
hay temor entre los verdaderos creyentes. En
lugar de ello, queremos estar disponibles en caso llegue un ataque, para ayudar
en el momento de la crisis. Así es como nuestra iglesia ha preparado a
nuestro pueblo. En medio de estas épocas aprehensivas, el Espíritu de Dios se
mueve de una manera maravillosa. Muchos están viniendo a Cristo por toda la
ciudad de Nueva York, y hay una creciente hambre de Dios entre los jóvenes.
Que esta sea la
actitud de corazón de todos los siervos de Dios en estos días de aprehensión y
temor. El Señor ha quitado todo temor de Su pueblo, para que pueda ser una
fuente de ayuda para el mundo en un tiempo de angustia.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)