“Yo soy el pan
de vida.” Juan 6:48 (Leer: Juan 6:34-51)
Vivo en una pequeña ciudad mejicana donde todas las
mañanas y las tardes puede escucharse un grito distintivo: «¡Paaan!». Un hombre
en una bicicleta, con una canasta enorme, ofrece una gran variedad de panes
frescos, dulces y salados. Antes, yo vivía en una ciudad más grande, donde
tenía que ir a comprar pan a la panadería, pero ahora, disfruto que me lo
traigan fresco a mi casa.
Pasando de la idea del alimento físico al hambre
espiritual, pienso en las palabras de Jesús: «Yo soy el pan vivo que descendió
del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre» (Juan 6:51).
Alguien dijo
que evangelizar consiste en que un mendigo le dice a otro dónde encontrar pan. Muchos podemos afirmar: «Antes, estaba espiritualmente
hambriento, muriéndome de hambre a causa de mis pecados. Entonces, escuché la
buena noticia. Alguien me dijo dónde encontrar pan: en Jesús. ¡Y mi vida
cambió!».
Ahora tenemos el privilegio y la responsabilidad de guiar
a otros a este Pan de vida. Podemos hablar de Jesús en nuestro barrio, lugar de
trabajo, escuela y sitios de recreo; en la sala de espera, el autobús o el
tren, y aprovechar también las amistades para comunicar la buena nueva.
Jesús es el Pan de vida. Demos a todos la gran noticia.
Señor, quiero testificar de ti en todas partes.
Comparte el Pan de vida dondequiera que estés.
(La Biblia en
un año: Hebreos 9:1-28)
KEILA OCHOA - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")