miércoles, 30 de noviembre de 2016

JESÚS: LA PALABRA ETERNAL 29 noviembre





PREGUNTA Y RESPUESTA DE NOVIEMBRE 29 - 30 DE 2016

JESÚS: LA PALABRA ETERNAL (JUAN 1)

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.”  Juan 1:1-2


El concepto del Verbo (logos) está cargado de significado para judíos y griegos. Para los filósofos griegos, el logos era el principio abstracto e impersonal de la razón y el orden en el universo. En algún sentido, era una fuerza creadora, además de una fuente de sabiduría. La persona griega promedio podría no haber comprendido todos los matices de significado que los filósofos daban el término logos. Con todo, para el hombre común y corriente el término habría significado uno de los principios más importantes en el universo.

Entonces, para los griegos, Juan presentaba a Jesús como la personificación y encarnación del logos. Sin embargo, a diferencia del concepto griego, Jesús no era una fuente, fuerza, principio o emanación impersonal. En Él se hizo hombre el verdadero logos que era Dios, un concepto ajeno al pensamiento griego.

Pero logos no era solo un concepto del griego. La palabra del Señor también era un asunto importante en el Antiguo Testamento, un asunto que los judíos conocían muy bien. La palabra del Señor era la expresión del poder y la sabiduría divinos. Con su palabra, Dios inició el pacto abrahámico (Gn. 15:1), le dio a Israel los diez mandamientos (Éx. 24:3-4; Deut. 5:5; cp. Éx. 34:28; Deut. 9:10), estuvo presente en la construcción del templo de Salomón (1 Rey. 6:11-13), se reveló a Samuel (1 Sam. 3:21), pronunció el juicio sobre la casa de Elí (1 Rey. 2:27), aconsejó a Elías (1 R. 19:9ss.), dirigió a Israel a través de sus heraldos (cp. 1 S. 15:10ss.; 2 S. 7:4ss.; 24:11ss.; 1 R. 16:1-4; 17:2-4, 8ss.; 18:1; 21:17-19; 2 Cr. 11:2-4), fue el agente de la creación (Sal. 33:6) y le reveló las Escrituras a los profetas (Jeremías 1:2; Ezequiel 1:3; Daniel 9:2; Oseas 1:1; Joel 1:1; Jonás 1:1; Miqueas 1:1; Sofonías 1:1; Hageo 1:1; Zac. 1:1; Malaq. 1:1).

A los lectores judíos, Juan les presentó a Jesús como la encarnación del poder y la revelación divina. Él inició el nuevo pacto (Lc. 22:20; He. 9:15; 12:24), instruye a los creyentes (Jn. 10:27), los une en un templo espiritual (1 Co. 3:16-17; 2 Co. 6:16; Ef. 2:21), reveló la Divinidad al hombre (Jn. 1:18; 14:7-9), juzga a quienes lo rechazan (Jn. 3:18; 5:22), dirige a la iglesia por medio de quienes ha llamado para hacerlo (Ef. 4:11-12; 1 Ti. 5:17; Tit. 1:5; 1 P. 5:1-3), fue el agente de la creación (Jn. 1:3; Col. 1:16; He. 1:2) e inspiró a los autores humanos del Nuevo Testamento (Jn. 14:26) por medio del Espíritu Santo que envió (Jn. 15:26). Jesucristo, como Verbo encarnado, es la palabra final para la humanidad: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hech. 1:1-2).

Luego Juan llevó su argumento un paso más allá. En su eterna preexistencia, el Verbo era con Dios. La traducción al español no conlleva toda la riqueza de la expresión griega (pros ton theon). Tal frase significa mucho más que la existencia del Verbo con Dios; describe a “dos seres personales, el uno frente al otro, enfrascados en un discurso inteligente” (W. Robert Cook, The Theology of John [La teología de Juan] [Chicago: Moody, 1979], p. 49). Jesús, desde toda la eternidad, como la segunda persona de la Trinidad, “estaba con el Padre [pros ton patera]” (1 Jn. 1:2) en comunión íntima y profunda. Tal vez pros ton theon se pueda explicar mejor como “cara a cara”. El Verbo es una persona, no un atributo de Dios o una emanación de Él. Y tiene la misma esencia del Padre.

Aun así, en un acto de condescendencia infinita, Jesús dejó la gloria del cielo y el privilegio de la comunión cara a cara con su Padre (cp. Jn. 17:5). Con toda disposición “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:7-8).




La descripción que Juan hace del Verbo alcanza su pináculo en la tercera cláusula de su versículo inicial. El Verbo no solo existía desde toda la eternidad y tenía comunión cara a cara con Dios Padre, también el Verbo era Dios. Esa declaración simple, con tan solo cuatro palabras en español y en griego (theos en ho logos), tal vez sea la declaración más clara y directa sobre la deidad del Señor Jesucristo que se encuentre en las Escrituras.



COMENTARIO DESTACADO DEL DÍA DE HOY


JUAN

A menudo, es el primer libro de la Biblia que usted lee cuando se convierte en cristiano. El Evangelio de Juan, un libro fascinante. Lo que le da su significado es la presentación que el apóstol ofrece de Jesús como "el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre." (Juan 20:31).
El Comentario MacArthur del libro de Juan es un tesoro para todos los cristianos, desde el creyente más joven hasta el académico más maduro. 














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