“Yo … os
ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con
toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” Efesios 4:1-3
A Dios le
preocupa más quienes somos, porque quienes somos determina lo que hacemos.
Los versículos
de hoy revelan una verdad básica: la vida cristiana no se trata de lo que
hacemos sino de quienes somos. Cuando Pablo enseña acerca del andar digno, de
cómo vivimos cada día, él nunca discute acciones, sólo actitudes. Es posible
tener lo que yo llamo “fruto de acción” como la alabanza (Heb 13:15), dar
(Filip 4:17), evangelismo (Rom 1:13) y otras buenas obras (Col 1:10) sin tener
un “fruto de actitud” que es el fruto del Espíritu: “amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, autocontrol” (Gál 5:22-23).
Mucha gente puede tener buenas obras sin tener justicia interior. Pero eso es
legalismo, es hipocresía de lo cual habla tanto la Biblia. El camino correcto a
la verdadera espiritualidad es tener las actitudes correctas primero. El
Espíritu Santo obra a través de nuestras actitudes para producir acciones
correctas.
Desafortunadamente,
muchos cristianos pierden este punto. Para
ellos el ser cristianos es principalmente una lista de lo que hay que hacer: ir
a la iglesia, poner dinero en la ofrenda, cargar una Biblia… y una lista de
lo que no hay que hacer: no maldecir, no beber, no asesinar. Ellos ven el
comportamiento externo como el hecho del cristianismo en lugar de la
manifestación de él. Ellos no cultivan gracias internas.
Por supuesto,
Dios quiere que vivamos vidas justas. Pero para aquellos con sólo acciones
externas, Jesús dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque
limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de
robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y
del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mat 23:25-26).
No te
conviertas en un esclavo de la religión externa. Asegúrate de que haces tus
buenas obras por amor a Dios y a otros, como parte de un desbordamiento de
fruto espiritual en tu vida.
JOHN MACARTHUR - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)