¡Que mi hijo no
sufra lo que yo sufrí! ¡Que nunca le falte nada de lo que me faltó a mí! ¡Por
eso le doy juguetes y todo lo que me pide para que no desee cosas
materiales!"
¿Han escuchado
eso? Es muy común y hasta cierto punto aceptable pues ¿cuántos de nosotros
deseamos que nuestros hijos tengan siempre lo mejor? Yo creo que todos, pues
ellos muchas veces son nuestro motor, nuestra motivación para salir adelante y
es bueno, pues les damos ejemplo de perseverancia.
¿Pero sería que
con ello pudiéramos dañarlos? El darles todo no es tan recomendable porque
puedes acostumbrarlos a tener siempre lo que quieren sin necesidad de
esforzarse por conseguirlo, y por ende estaríamos criando niños y adolescentes
consentidos.
"La vara y la corrección dan
sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre" Proverbios
29:15
¿Les ha pasado?
¿Son los berrinches de nuestros hijos o los que le hacemos nosotros a Dios?
Nuestra desesperación por tener las cosas no mueven la mano de Dios, nuestras
lágrimas tampoco y nuestro berrinche o enojo por obtener las bendiciones que
nos ha prometido tampoco mueven su mano. Lo que sí mueve la mano de Dios es tu
fe, tu oración y el dar pasos de fe. "Respondiendo Jesús, les dijo: Tened
fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:
Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino que creyere que
será hecho lo que dice, lo que diga, le será hecho." Marcos 11:22-23
Antes de darles
a nuestros hijos todo lo que esté al alcance (y a veces fuera de) deberíamos
enseñarles a ganarse las cosas, a trabajar para conseguirlas ¿Y por qué no?
hasta negarle algo de eso que quiere para sembrar en ellos el deseo de
tenerlas, pero a su vez darle las herramientas para conseguirlas.
Así que hoy oremos para bendecir toda obra de sus
manos, mientras que nosotros les enseñamos a trabajar, a anhelar y desear ser
mejores (sin importar la edad que tengan). Oremos para que nuestro Señor les
bendiga y prospere todo cuanto ellos hagan y con eso den gloria y honra a Dios
al desarrollar sus talentos.
Toma las manos
de tus hijos y bendícelas, que ellos escuchen como oras.
Recordemos:
Dios bendice la obra de nuestras manos y podemos bendecir a nuestros hijos.
“El Señor
abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la
lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les
prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. El Señor te
pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el
fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que
hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. Jamás te apartes de ninguna de las
palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses”. Deuteronomio
28:12-14
¡Que Dios les
bendiga familia!
MÓNICA ALDUCIN - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)