En este
momento, el mundo necesita un ejemplo vivo de la misericordia de Cristo. Las
tensiones son mayores que nunca. En Europa y Estados Unidos, la tensión racial
está barriendo a través de la sociedad e incluso introduciéndose en las
iglesias.
No te engañes
pensando que un gobierno puede hacerse cargo de estos problemas. La costosa
misericordia que se necesita en todo el mundo sólo puede provenir de aquellos
que han probado y han recibido tal misericordia para sí. Y ese es el llamado de
la Iglesia de Jesucristo. Hemos de ofrecer una misericordia en donde hay que
sacrificarse uno mismo por el bien de un hermano o hermana, y como Jesús
demostró, incluso por un enemigo.
DETENTE Y
CONFRONTA.
Te exhorto a
detenerte aquí y hacer frente a esta verdad. No vayas más lejos en tu vida o
ministerio, detén todos tus planes y
buenas obras, hasta confrontar todo lo que implica ser un miembro del Cuerpo de
Cristo. El Señor declara de su Iglesia: "Esta es mi perla de gran
precio, la novia de mi Hijo." ¡Piensa en lo milagroso que es esto! Piensa,
también, en el gran llamado de este cuerpo a mostrar misericordia a un mundo
que no la tiene.
En pocas
palabras, la misericordia mira más allá de las fallas y fracasos, y más allá de
la auto-justificación. Si verdaderamente creemos que herimos a Cristo
personalmente cada vez que herimos a un hermano o hermana -que lo que decimos y
hacemos contra un solo miembro de su cuerpo es, como dijo Jesús, "contra
mí" (Ver Lucas 11:23)- trabajaríamos día y noche para que todo
esté bien, y no nos detendríamos hasta quedar limpios de todo.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)