“Luego tomé la escritura de venta, sellada según el derecho
y costumbre, y la copia abierta. Y entregué la carta de venta a Baruc hijo de
Nerías hijo de Maasías, delante de Hanameel, el hijo de mi tío, delante de los
testigos que habían suscrito la escritura de venta y delante de todos los
judíos que estaban en el patio de la cárcel. Y di orden a Baruc delante de
ellos, diciendo: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Toma
estas escrituras, esta escritura de venta, sellada, y esta escritura abierta, y
ponlas en una vasija de barro, para que se conserven durante mucho tiempo’.
Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Aún se comprarán
casas, heredades y viñas en esta tierra.’” Jeremías 32:11-15 (Lea: Jeremías
33:11-44)
¡Qué testimonio
resonante del poder y la grandeza de Dios! Dios había dicho que al final la
tierra sería restaurada, y esta escritura de venta sería válida. Por lo tanto,
debía de ser puesta en un sitio seguro. Eso es lo que hizo Jeremías. Mandó a
Baruc a la compañía de título y le hizo traer una escritura de venta para ser
firmada. Actuó frente a testigos, e hizo que los testigos firmaran la escritura
de venta y la copia. Una de ellas debía de sellarse en una caja de depósito; la
otra se la quedaría a Jeremías mismo y sería pasada a sus herederos, para que
finalmente pudieran reclamar el título a esta tierra. Obró en esta forma
normal, y después claramente anunció el propósito de todo ello: “Aún se
comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra”.
La fe no toma medias
medidas. Jeremías no toma ninguna precaución en sus apuestas aquí; no le dijo a
esta gente: “Bueno, estoy comprando esta propiedad simplemente en especulación,
esperando que todo funcionara, pero es simplemente una apuesta”. No, les asegura que Dios ha hablado y que
todo lo que está haciendo es consistente con la palabra de Dios.
Más tarde en el
capítulo 32, otra calidad de la fe se presenta. Comenzando con el versículo 16
y continuando al versículo 25, una extraordinaria oración de Jeremías es
grabada. Estos son los pensamientos privados de Jeremías sobre esta escritura
de venta. Frente a los hombres este profeta es audaz y resuelto y lleno de
confianza. Pero frente a Dios admite que no entiende muy bien cómo todo esto va
a funcionar. Le dice al Señor en el versículo 25: “¡Ah, Señor Jehová!, ¿cuando
la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos, tú me dices: ‘Cómprate la
heredad por dinero y pon testigos’?”. Estoy contento de que este relato esté
aquí, porque esto es lo que podríamos llamar “las dudas de la fe”.
La fe siempre tiene sus
dudas. Yo tenía la impresión de que si tenías dudas, no podías tener fe; que la
fe y las dudas eran cosas contrarias. Pero gradualmente comencé a entender que
esto no es verdad. La duda es la prueba de fe. La duda es un ataque sobre la
fe. No puedes tener dudas a menos que tengas fe. La fe es la forma en la que Dios obra, así que el enemigo está obligado
a atacar tu fe inmediatamente al verte comenzar a actuar y vivir y caminar por
fe. Por lo tanto, las dudas comenzarán a presentarse como resultado de los
intentos de Satanás de derrocar tu fe. No hay fe sin dudas.
Jesús mismo, aunque
siempre vivió por fe, y todo lo que hizo fue por fe, sin embargo fue sometido a
tiempos de severa duda. De otra forma no era “uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). La duda es parte de la vida
de fe. Si estás intentando caminar por fe en una promesa que Dios te ha dado, y
estás afligido por dudas, esta es la prueba de que estás realmente viviendo por
fe. ¡No pierdas la esperanza! No dejes que las dudas te derroquen.
ORACIÓN. Padre, gracias por recordarme la clase de Dios que
eres. Descanso sobre Tu fidelidad, orando que sea fortalecido por fe a caminar
como caminó el profeta en medio de mis propios tiempos desafiantes.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Estamos aprendiendo a ver nuestras
dudas como resultado de nuestra fe? ¿Procesamos nuestras dudas por medio de lo
que hemos probado como verdad? ¿Hemos experimentado el santo temor de la fe
audaz?
RAY STEADMAN - (Dev. "EL PODER DE SU PRESENCIA")