Hay veintenas
de ministros bien entrenados hoy en día, hombres altamente respetados de
aprendizaje avanzado. Han pasado años en el seminario, estudiando teología,
filosofía y ética, y han sido enseñados por maestros dotados, hombres estimados
que son expertos en sus campos.
Pero cuando
muchos de éstos ministros entrenados se colocan en el púlpito para predicar,
hablan sólo palabras vacías. Pueden decirte muchas cosas interesantes sobre la
vida y ministerio de Cristo, pero lo que dicen deja tu espíritu frío. ¿Por qué?
Porque no tienen una revelación de Jesús, ninguna experiencia personal con Él.
Todo lo que saben de Cristo ha sido filtrado a través de las mentes de otros
hombres. Su percepción son enseñanzas meramente prestadas.
En Efesios 4 y especialmente el verso 20, Pablo estaba preguntando:
"¿Cómo aprendieron a Cristo?" En otras palabras: ¿Quién les enseñó lo
que saben acerca de Jesús? ¿Vino de los muchos sermones que han oído o de sus
clases de Escuela Dominical? Si es así, eso es bueno. ¿Pero, es eso todo lo que
conocen de Cristo? No importa cuán poderosamente su pastor pueda predicar, o
cuán ungidos puedan estar sus maestros, ustedes necesitan más que el simple
conocimiento intelectual acerca de Jesús.
Muchos creyentes están satisfechos con lo que llamo
una primera revelación inicial del poder y gracia salvadora de Cristo. Ésta es la
única revelación de Jesús que han tenido. Testifican, "Jesús es el Mesías,
el Salvador, el Señor, el Hijo de Dios." Todo verdadero creyente
experimenta esta maravillosa revelación que cambia la vida, pero ése es sólo el
primer paso. Lo que sigue es una vida de revelaciones más profundas y más
gloriosas de Cristo.
Pablo sabía
esto. Él recibió una revelación increíble de Jesús en el camino a Damasco.
Pablo fue tumbado literalmente de su caballo, y una voz le habló desde el
cielo. Ninguna persona había tenido una revelación más personal de Cristo que
esta, pero Pablo sabía que esto era sólo el principio. Desde ese momento en
adelante, él se "[propuso] no saber entre vosotros cosa alguna sino a
Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Corintios 2:2).
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


