martes, 4 de agosto de 2015

El tiempo de Dios 4 agosto




“Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.” Filipenses 1:20-21


Dios, de manera inalterable, ha fijado el tiempo de nuestra partida, aunque nosotros no lo conocemos. Él lo ha establecido y preparado de un modo tan correcto, sabio y amoroso que ningún subterfugio o azar puede romper los designios del destino. En el cuidado de su provisión se comprueba la sabiduría del amor divino.

Job sufrió grandes calamidades cuando perdió a sus hijos, a sus siervos, sus manadas y sus rebaños. Sin embargo, no concedió mucha importancia a la forma en que vinieron sus problemas, si fue por un ataque de los sabeos o por una reyerta con los caldeos; si el fuego cayó del cielo o el viento sopló de la selva, eso no importaba mucho. Cualesquiera que fueran los extraños hechos que escuchó, un solo pensamiento penetraba su corazón y una expresión salía de sus labios. «El Señor ha dado, el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!» (Job 1:21). De la misma forma, amado, cuando llegue el tiempo de tu partida, ya sea por enfermedad o desgaste, por accidente o asalto, cuando tu alma abandone su morada presente, descansa confiado en que «tus tiempos están en sus manos», y ten la completa seguridad que «todos sus santos están en sus manos». Hay un tiempo para la partida y el tiempo que Dios tenga determinado para llamarme es mi tiempo para partir.


(A través de la Biblia en un año: Job 25 - 28)


CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)







TRADUCCIÓN