El libro de los
Hechos describe a Esteban como un hombre "lleno
de paz, gozo, sabiduría, gracia y poder del Espíritu Santo" (ver Hechos
6:5-8). Un día, cuando Esteban estaba compartiendo su fe en Cristo a un
grupo de personas en una plaza pública, la tragedia golpeó. Unos fanáticos
religiosos, en un movimiento cobarde, tomaron piedras para literalmente
apedrear a Esteban hasta la muerte.
Esteban fue
apedreado por haber "construido un altar" delante de Dios, por haber
servido a las viudas que sufren, y por compartir públicamente su fe en Cristo.
Aquí la Biblia nos permite dar una mirada breve e intensa a la eternidad.
Mientras este grupo de fanáticos religiosos corrían locamente hacia él, con
piedras en las manos, Esteban pronuncian estas palabras de paz y perdón
mientras se arrodillaba ante sus asesinos, pero aún más importante que eso,
delante de su Dios: “Señor Jesús, recibe mi espíritu y no les tomes en cuenta este
pecado. Perdónalos, oh Dios" (Ver Hechos 7:59-60).
¿De dónde
vienen esta paz y esta magnífica gracia? Era
como si las piedras que desgarraban el cuerpo de Esteban en realidad sólo
lograban golpear el envoltorio de su cuerpo, mientras su espíritu ya había
sido transportado a otro Reino. Esteban vio algo glorioso.
El velo se
abrió por un instante, permitiéndonos mirar. “Esteban, lleno del Espíritu
Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que
estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). Este es el único lugar donde vemos
a Cristo estando en el cielo, pero hay muchas otras referencias al Cristo
resucitado, sentado a la diestra de Dios Padre (Efesios 1:20).
Algunos podrían
decir, "¿Y entonces qué?" Es, sin embargo, muy significativo. La
posición sentada representa la plenitud de la autoridad y la victoria
definitiva de Cristo sobre el pecado, la muerte y todos Sus enemigos. La
victoria es eterna, el sacrificio es perfecto y la resurrección es absoluta,
total y completa. Anuncia el triunfo final de Cristo contra todos los enemigos
de la humanidad. ¡Él está sentado porque todos nuestros enemigos están debajo
de sus pies!
CLAUDE HOUDE - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)