“Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como
quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que,
después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.” 1 Corintios 9:26-27
Siento que es mi
responsabilidad ir, domingo tras domingo, y todos los días de la semana a
decirte cosas muy preciosas acerca de Cristo, y a veces yo mismo las disfruto.
Incluso si nadie más es bendecido por ellas, yo lo soy, y voy a casa y alabo al
Señor por eso. Pero mi diario temor es que enseñe los textos y predique cosas
buenas a otros y, sin embargo, mi propio corazón no se beneficie. Mi oración es
que el Señor Jesús me muestre donde él alimenta a su pueblo y me deje
alimentarme con él, de modo que yo pueda conducirte a los pastos donde él está
y estar yo mismo allí, al mismo tiempo que te traigo a ti.
A ustedes, maestros de
la Escuela Dominical, evangelistas y otros, queridos, amados colegas, por
quienes agradezco a Dios siempre, creo
que el punto principal por el cual tienen que velar es no perder su propia
espiritualidad mientras tratan de hacer a otros espirituales. Acudan al
Bienamado y pídanle que les deje alimentar su rebaño donde Él alimenta a su
pueblo, y que les permita sentarse a sus pies así como María, incluso cuando
están trabajando en la casa, como Marta. No hagas menos, más bien haz más, pero
pide hacerlo en tal comunión con Él que tu trabajo se mezcle con el suyo, y que
lo que hagas no sea más que él trabajando por medio de ti, y tu regocijo sea
derramar sobre otros lo que él ha derramado sobre tu propia alma.
(A través de la Biblia en un año: Job 5-8)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)