Una hermosa realidad: Amamos a Cristo sin haberle visto
“para que sometida a prueba vuestra fe, ...sea hallada en
alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin
haberle visto...” 1 Pedro 1:7-8
El apóstol Pedro, quien
había visto a Jesucristo en la carne con sus propios ojos, les transmitió a
todos los creyentes la seguridad de que es posible amar al Salvador y vivir una
vida que le glorifique aunque todavía no le hayamos visto.
Es como si Pedro nos
estuviera urgiendo: "Ámenle, trabajen y vivan para él. Les doy mi
testimonio de que valdrá la pena cuando puedan contemplar su rostro, porque yo
le he visto con mis propios ojos y sé que es así".
En su epístola, Pedro,
(quien había conocido a Jesús en la carne) se sintió movido a escribir a los
forasteros dispersados, los cristianos
que debieron huir para recordarles que debían amar a Jesucristo aunque no le
hubieran visto en la carne.
Cuando estuvo en la carne,
el mismo Señor Jesús dio su aprobación y bendición a todos los cristianos que
creyeran sin haberle visto. Luego de la resurrección, le dijo a Tomás:
"Porque me has visto, Tomás, creíste, bienaventurados los que no vieron y
creyeron".
A Dios le ha placido
darnos facultades maravillosas y misteriosas y ciertamente creo que él ha
establecido que podamos conocer a Jesús ahora y que podamos amarle mejor sin
haberle visto, que lo que Pedro le amó cuando lo vio.
ORACIÓN. Señor, sé que todavía mis ojos no te han visto, pero
te amo, me has mostrado que estás siempre conmigo y tu amor me transforma día
con día, gracias, en el nombre de Jesús, amén.
A.W. TOZER - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)