Noemí intentó una
última vez animar a Rut para que se vuelva a casa, pero Rut no se iría. “Rut se
aferró con firmeza a Noemí.” (Rut 1:14). La palabra usada aquí sugiere una
doncella de rodillas con sus brazos alrededor de la cintura de su ama, como si
nunca la fuera a dejar ir. ¡Rut quería a Dios!
Tan pronto como Rut
cruzó la frontera hacia Judá, ella estaba en el camino para ganar a Cristo. No
había ningún letrero que lo dijera, pero sabemos hacia dónde conducía el camino:
¡directo al corazón de Jesús! Rut y Noemí llegaron al lugar de bendición, eran
pobres y no sabían de donde vendría su próxima comida, pero llegaron al
comienzo de la temporada de cosecha.
Rut no tenía un
centavo, no se vislumbraba ningún futuro para ella, sin embargo, era una mujer
virtuosa, y había comprometido todo al Señor. Ella dijo: “Déjame ir a los campos de cosecha a ver si alguien en su bondad me
permite recoger” (Rut 2:2). Sólo los muy pobres hacían tal trabajo. La ley
exigía que los dueños no cosechen las cuatro esquinas de sus campos ni recojan
los restos, para que los pobres pudieran tenerlos. “Cuando recojas las cosechas
de tu tierra, no siegues el grano en las orillas de tus campos ni levantes lo
que caiga de los segadores… déjalas para los pobres” (Levítico 19:9-10).
Parecía como si Rut
hubiese hecho un mal negocio: ¡Su
devoción la llevó hasta el lugar de la visitación y ahora estaba trabajando
duro en un empleo de salario mínimo! Incluso estaba por debajo del umbral
de la pobreza. ¡Obsérvala bien, porque así es como puedes terminar tú si te
desprendes y recorres todo el camino hacia Dios!
Esta fue la cruz del
apóstol Pablo hasta su muerte: “Hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los
ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo… padecemos
hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada
fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen… padecemos
persecución… nos difaman… hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del
mundo, el desecho de todos.” (1 Corintios 4:9-13).
Pero no te sientas mal
por Rut, ¡porque ella estaba a punto de ganar a Cristo!
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


