“Recibíos unos a otros como Cristo os recibió para la gloria
de Dios.” Romanos 15:7
Vas a salir a dar una
vuelta con tus amigos así que decides prepararte. Miras en el ropero y sacas
camisa, pantalones, cinturón, calcetines y calzado que estás seguro son como
los que van a usar tus amigos. En el baño te pones fijador en el pelo hasta que
parece que tienes más fijador que pelo. Te haces la raya justito arriba de la
oreja izquierda y te rastrillas el pelo hasta el otro lado de la cabeza. Te
miras al espejo. Perfecto. Pero al caminar por la calle para encontrarte con
tus amigos, te viene un pensamiento
relámpago: ¿Por qué estoy vestido así? ¡Qué ridículo!
Quizá tus padres
todavía te eligen la mayor parte de la ropa. Si no, es probable que te vistas
así para ser igual a tus compañeros, el grupo de chicos de tu edad con los que
andas. ¿Has notado que son los mismos que quieren determinar qué palabras usas,
con quién andas y qué actitudes tienes?
Adivina: Allá por la
década de 1950, ¿quiénes te parece que habrán tenido más influencia sobre la
vida del jovencito? ¿Y quiénes tienen más influencia sobre él ahora?
En la década de 1950,
la mayor influencia sobre los jovencitos eran los padres. Luego los maestros,
luego los compañeros. Hoy, los compañeros tienen la mayor influencia, seguidos
por los padres y luego los medios como música, TV, radio y el mundo de
Internet. No es que en la época de tus abuelos no hubiera existido la presión
de los compañeros. Pero no era tan intensa.
Puedes tener grandes amigos que te empujan hacia lo mejor
que Dios te tiene reservado. Pero si tus compañeros te empujan en una dirección
equivocada, te conviene aliviar la presión de algunas de esas amistades.
Puedes hacerlo así. Lo
sepas o no, tu mayor responsabilidad es comprender que Dios te ama
profundamente. La presión de los compañeros es poderosa porque tú y cada ser
humano tiene una necesidad innata, dada por Dios, de ser amado y aceptado. Dios
tiene el propósito de ser el primero en satisfacer esa necesidad tuya, porque
sin estar seguro de su amor por ti como su hijo escogido, te esforzarás
—demasiado— para coincidir con tus amigos. Cuanto más inseguro estés de que
Dios te ama, más seguro es que serás influenciado por las opiniones de tus
amigos.
Sentirse aceptado por
los amigos es importante. Pero Jesucristo, el Hijo de Dios, te acepta
totalmente. ¡Haz que su opinión sea la que más importa!
JOSH MCDOWELL -
(Dev. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)


