El Espíritu Santo no
hace su trabajo en nosotros de una manera desordenada o dislocada. El no existe
para simplemente ayudarnos a sobrellevar la vida, o para ayudarnos a través de
las crisis o en nuestras noches de soledad. El no está sólo para levantarnos y
poner un poco de fuerza en nosotros para que podamos seguir en la carrera.
Todo lo que el Espíritu
Santo hace, está relacionado con la razón por la que él vino –para llevarnos a
casa como una novia preparada–. ¡El actúa sólo para llevar a cabo esa misión!
Sí, él es nuestro Guía, nuestro Consolador, nuestra Fortaleza en tiempo de
necesidad. Pero él usa cada acto de liberación –cada manifestación de sí mismo
en nosotros– para hacernos más aptos a ser una novia.
Tampoco el Espíritu
Santo está aquí sólo para dar dones al mundo. No, hay un propósito detrás de
cada don. El Espíritu Santo sólo tiene
un mensaje: todo lo que él enseña, lleva a una verdad central. El puede
brillar en nosotros como una joya esplendorosa, pero cada rayo que brilla de la
verdad tiene el propósito de llevarnos a una verdad singular, y es la
siguiente:
“Tú no eres tuyo –has
sido comprado por un precio. Has sido escogido para ser esposa de Cristo–. Y el
Espíritu de Dios ha sido enviado para revelarte la verdad que te hará libre de
todos tus otros amores. La verdad romperá cada atadura del pecado y tratará con
toda incredulidad. Por que tú no eres de este mundo: tú estás de ida a un
encuentro glorioso con tu esposo, y te están preparando para este banquete de
bodas. ¡Todo está listo y yo te estoy preparando a ti! Quiero presentarte sin
mancha, con un amor apasionado en tu corazón para él.”
Ese es el trabajo del
Espíritu Santo –manifestar a Jesús a la iglesia, para que nos enamoremos de Él–.
¡Y ese amor nos guardará!
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


