“Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido
lavados, pero ya sois santificados” 1
Corintios 6:11
Supón que estás
conversando con un amigo no creyente acerca de Cristo. Te parece que te estás
comunicando muy bien con tu tono persuasivo, amable y súper-sabio, hasta que te
da por la cabeza con este comentario:
—Bueno —dice con sarcasmo tu amigo—, los que
se mueren siguen muertos. No resucitan.
No puedes hacer que
Jesús resucite en un laboratorio. Pero puedes recurrir a la Biblia para ofrecer
la evidencia de la tumba vacía. Además de eso, puedes señalar otro signo de
vida: el cambio que les sucede a las personas cuando aceptan a Jesús como su
Salvador.
¿Te parece que la vida
cambiada de los creyentes prueba algo acerca de la verdad de lo que creemos?
Supón que no eres
creyente. Y tienes una amiga que un día te dice:
— ¿Sabes? Hace un año
acepté a Jesús como mi Salvador. Él cambió totalmente mi vida. Antes les
contestaba mal a mis padres. Y siempre rebajaba a mi hermanita. Era
completamente egoísta. No soy perfecta, pero tampoco soy ya de esa manera.
Tener una relación con Jesús me ha cambiado y ahora soy una persona distinta. Y
Jesús me ha dado una paz, un amor y un gozo que antes no conocía.
¿Le creerías?
Sería difícil argumentar con tu amiga si su vida prueba que
lo que dice es cierto, si puedes detectar un verdadero cambio en ella. Pero, ¿qué si es una
mutante espiritual? ¿O si es la única cuya vida ha sido cambiada por este
Jesús?
Pues bien, tu amiga no
está sola. Son innumerables los que han experimentado los mismos cambios
asombrosos al entregar su vida a Cristo. No afirman que leer un libro los haya
cambiado. No dicen que un encuentro aterrador con extraterrestres los haya
alterado para siempre. Y ninguno pretende que su nuevo poder proceda de sí
mismos. Hablan acerca de la razón de su paz, gozo y victoria sobre el pecado.
Es Jesucristo y el poder de su resurrección.
Cuando queremos
comprobar que la resurrección de Jesucristo fue un hecho verídico, podemos
señalar a la diferencia evidente en la vida de millones de personas de todas
las posiciones sociales y de todas las naciones del mundo. Y el cambio puede
atribuirse a una razón: su relación con el Jesucristo viviente. Esa es la evidencia
de que tu amiga no te está contando un cuento de hadas. Te está comunicando un
hecho concreto y digno de creer.
Tu experiencia de que
Jesús te salvó es más que una quimera. Te has encontrando con el Salvador
resucitado. ¡Y ha tenido un impacto real en tu vida!
JOSH MCDOWELL - (Dev. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)