"...Despojémonos de todo peso y del pecado que nos
asedia..." Hebreos 12:1
Imagínate un gran buque
que está siendo limpiado en un dique seco. Por debajo de la línea del agua está
toda la suciedad que ha acumulado durante sus viajes. No se ve a simple vista
pero un capitán experto puede sentirla porque el barco carece de la agilidad
que tenía antes. Por culpa de eso, las empresas se quejan de que tarda
demasiado en llevar sus productos a los clientes, y los patronos del buque
tampoco están contentos porque la demora reduce su margen de beneficios en un
mercado competitivo. El esfuerzo y el tiempo que se necesitan para eliminar la
suciedad son tremendos, pero no hay más remedio que hacerlo. Por fin, después
de meses de arduo trabajo el dique seco se llena de agua, se abren las
compuertas, el barco se adentra en el mar y comienza a generar beneficios.
En su carta a los
creyentes de Corinto, Pablo dice: "Examinaos a vosotros mismos, para ver
si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos..." (2 Corintios 13:5). Reconozcámoslo; es más fácil examinar a tu
prójimo que examinarte a ti mismo, y hablar de triunfos pasados en lugar de lo
que estás logrando ahora. ¿Has bajado el ritmo? ¿Estás perdiendo el impulso
espiritual? ¿Tienes beneficios o pérdidas? La respuesta se encuentra por debajo
de la línea de agua donde solamente Dios y tú podéis verlo. La negligencia, un
espíritu crítico, el transigir con el mal, la conformidad con el mundo y la
dureza de corazón son cosas que se acumulan, como la suciedad en el barco, y te
ralentizan. Esos son los pecados sutiles con los que tienes que tratar si
quieres llegar a cumplir el llamado de Dios
y disfrutar de las bendiciones que Él tiene reservadas para ti.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")