“Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.” Marcos 10:43
Al estar caminando
Jesús con sus discípulos rumbo a Jerusalén, dos de ellos —Jacobo y Juan, hijos
de Zebedeo— dejaron volar su imaginación. Jesús había explicado claramente lo
que le esperaba en Jerusalén: rechazo, tortura y muerte. Pero Jacobo y Juan
creían que Jesús de una manera sobrenatural sacaría a los romanos de Jerusalén.
En la mente de ellos, Jesús y sus seguidores pronto gobernarían Israel.
Los hermanos Zebedeos
estaban tan seguros de que su fantasía se convertiría en realidad que
decidieron solicitar temprano los dos puestos más altos en el nuevo gobierno de
Jesús. "Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el
otro a tu izquierda" (Marcos 10:37). Ellos no habían captado para nada la
predicción de Jesús de su inminente sufrimiento.
Jesús más o menos les
preguntó: "¿Están listos para pasar por todo lo que voy a pasar yo?"
(Ver el versículo 38). Estaba pensando en su juicio, los azotes y la muerte en
la cruz que le esperaba.
—Oh, sí —respondieron
muy seguros de sí mismos.
Luego Jesús pudo ver lo
que sucedería años después y les dijo que sufrirían de la manera que él iba a
sufrir (ver el versículo 39). El Maestro sabía que Jacobo sería rechazado y
muerto por afirmar que era discípulo de Cristo (ver Hechos 12:2) y que Juan
sería rechazado y enviado al exilio a una isla (ver Apocalipsis 1:9). Cada uno
realmente pasaría por un sufrimiento similar al que Jesús pronto enfrentaría.
Al igual que Jacobo y Juan, algunos cristianos tienen un
concepto equivocado de lo que significa seguir a Jesús. "¿Cómo me voy a
beneficiar por ser creyente?" preguntan ansiosos. Les resulta difícil
aceptar el mensaje de que la vida cristiana no siempre es un viaje al cielo en
una alfombra mágica, libre de problemas. No van a vivir como reyes, por lo
menos aquí en la Tierra.
Si alguien debió haber
vivido como un rey en la Tierra, debió haber sido Jesús. Pero vivimos la vida
de siervos, como lo hizo Jesús. Por eso, no preguntamos qué podemos obtener por
ser creyentes, aunque la Biblia nos promete que las recompensas y bendiciones
por seguir a Cristo no tienen fin. Esta es la pregunta que debemos hacer:
"¿Qué puedo dar como siervo de Dios y de mis prójimos?".
Jacobo y Juan Zebedeo
llegaron a ser grandes no por los altos puestos en un gobierno establecido por
Jesús, sino por servir con altruismo a él y su iglesia. Finalmente se dieron
cuenta de que dar —no recibir— ¡es el corazón de la vida cristiana!
JOSH MCDOWELL - (Dev. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)