“Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión
de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;
y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino” Mateo 15:32
Creo que Cristo estaba
haciéndoles a sus discípulos, una declaración. Estaba diciendo: “Voy a hacer
más por la gente, que sólo sanarla. Voy a asegurarme de que tengan suficiente
pan para comer. Me interesa todo lo que tenga que ver con sus vidas. Ustedes
deben ver que Yo soy más que sólo poder. Yo también soy compasión. Si ustedes
solamente me ven como sanador o hacedor de milagros, me temerán. Pero si
también me ven como alguien compasivo, entonces, me amarán y confiarán en mí”.
Escribo este mensaje
para todos aquéllos que están al borde del agotamiento, a punto de desmayar,
agobiados a causa de su situación presente. Han sido siervos fieles, han
alimentado a los demás y tienen la confianza de que Dios puede hacer lo
imposible por su pueblo. Sin embargo, todavía tienen algunas dudas persistentes
acerca de la disponibilidad de Dios para intervenir en su lucha.
Me pregunto cuántos
lectores de este mensaje han hablado palabras de fe y esperanza a otras
personas que enfrentaban situaciones penosas, al parecer sin esperanza. Quizás
han instado con estas palabras: “Agárrese,
el Señor puede hacerlo. Él es un Dios hacedor de prodigios y sus promesas son
verdaderas. Así que, no pierda la esperanza, porque Él responderá su clamor”.
“¿Realmente crees en
los milagros?” Esa es la pregunta que me hizo el Espíritu Santo. Mi respuesta
fue: “Sí, por supuesto, Señor. Creo en cada milagro que he leído en las
Escrituras”. Pero esta respuesta no fue lo suficientemente buena. La pregunta
de Dios para cada uno de nosotros, realmente es: “¿Crees que puedo obrar un
milagro para ti?” Y no tan sólo un milagro, sino un milagro para cada crisis,
para cada situación que enfrentemos. Necesitamos más que los milagros del
Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, más que esos milagros que
acontecieron en la historia. Necesitamos milagros actuales, de hoy, personales,
diseñados exclusivamente para nosotros y para nuestra situación.
Piense en alguna
dificultad que está enfrentando en este instante, su mayor necesidad, su
problema más preocupante. Usted ha orado acerca de ello por tanto tiempo. ¿De
veras cree que el Señor es capaz y que va a solucionarlo, de maneras que usted
no puede concebir? Ese tipo de fe obliga al corazón a dejar de preocuparse y de
hacer preguntas. Le dice a usted que descanse en el cuidado del Padre,
confiando que Él lo va a hacer todo a su manera y en su tiempo.
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)