¡Dios está ansioso por
demostrarnos que tenemos poder en la oración!
“Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en
tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y
mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a
decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre” 1 Reyes 18: 42-44
Elías era humano y como
tal le afectaban las mismas cosas que a nosotros, los mismos temores, anhelos,
esperanzas, desesperación y necesidades, y ¡sin embargo, sus oraciones obtenían
resultados! Dios nos está mostrando aquí lo que se debe hacer en cada crisis:
¡Corre a Él! ¡Hazlo fervientemente! ¡Ora que puertas se abran y se cierren!
Elías oró fervientemente y siguió orando y esperando hasta que el Señor
respondió. Siete veces envió a su siervo a mirar el horizonte por sólo una
pequeña señal.
Hoy en día, después de una o dos sesiones de oración, nos
damos por vencidos y nos enojamos con Dios. Decimos: “No funcionó para mí. Oré,
y mi marido y yo, todavía estamos teniendo problemas. Todavía no tengo lo que
necesito”.
Es obvio que la gente
no ora porque no cree que funcione. No saben lo que significa perseverar en
oración, volver a poner su cabeza en el suelo una y otra vez como lo hizo
Elías. A esto le llamamos “echar mano de Dios”. En el Antiguo Testamento se le
llama “luchar con Dios”. La oración de Jacob fue: “No te dejaré, si no me
bendices” (Génesis 32:26). La espera y los retrasos son con un propósito: para
conformarnos a la imagen de Cristo. No es posible que pases mucho tiempo en Su
presencia sin llegar a conocerlo. Cuanto más se demora la respuesta y cuanto
mas fervientemente oras, tanto más importante se vuelve Él y menos importante
se vuelve la respuesta. ¡De una forma u otra, tú ganas!
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL
DIARIO “ORACIONES”)