Eclesiastés 2:26. Porque al hombre que le agrada,
Dios le da sabiduría, conocimiento y alegría.
Amanda creía estar
preparada para el comienzo de las clases. Creía que este año le iba a ir mucho
mejor. Pero no. Poco a poco, semana tras semana, materia tras materia y tarea
tras tarea, se va atrasando hasta que se siente aplastada bajo el peso de todo
lo que no ha hecho.
—No aguanto más
—lloriquea—. Es demasiado para mí. No veo la hora de que terminen las clases.
Remontémonos al futuro,
al final del año escolar. El primer día de vacaciones, Amanda duerme hasta el
mediodía. Dos días después, se está quejando:
—Estoy aburrida. No
tengo nada que hacer.
La vida no es muy
divertida si te quedas acostada todo el tiempo, juntando pelusa. Sin algo
grande de lo cual ser parte, te marchitas.
Quizá te sorprenda
saber que el caso más conocido de aburrimiento en la historia de la humanidad
se encuentra en la
Biblia. Salomón —el hombre más sabio del mundo— escribió un
libro entero de la Biblia
para describir su constante búsqueda por encontrarle sentido a la vida.
Eclesiastés nos cuenta esa búsqueda.
Enseguida después de
que Salomón fuera coronado rey, le pidió a Dios sabiduría. Dios le otorgó su
pedido. Salomón leyó, estudió, observó el mundo a su alrededor y formuló
preguntas profundas queriendo saber la razón de la vida. Su conclusión fue algo
así: "He visto todo lo que hay debajo del sol. ¡Míralo! Nada tiene
sentido. Es como tratar de atrapar el viento" (ver Eclesiastés 1:14).
El rey probó de todo queriendo encontrar emoción y
entusiasmo que le dieran satisfacción. Primero, se dio a los placeres. Se
rodeó de mujeres y de orgías. Pero al final se aburrió.
Entonces Salomón probó
otra cosa. Quizá podría encontrar satisfacción dando rienda suelta a su
orgullo. Hizo cosas para hacerse sentir importante. Amasó dinero. Emprendió
proyectos edilicios masivos. Pero aun con tanto éxito, estaba aburrido.
"Ay de mí",
quizá pienses. "Si el hombre más sabio del mundo de todos los tiempos no
pudo encontrar una solución a su aburrimiento, ¿qué esperanza puede haber para
mí?".
Afortunadamente,
Salomón encontró el secreto, un secreto que comparte con nosotros. Escribió:
"Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, conocimiento y
alegría" (2:26). La verdadera senda hacia la aventura, dice Salomón, es
vivir para Dios.
Cuando vives para Dios,
la vida es una constante aventura porque él es el que la convierte en una
aventura. Así que depende de ti. Puedes tratar de atrapar el viento y vivir en
total aburrimiento, o puedes correr derecho a aquel que tiene tu emocionante
futuro en sus manos.
JOSH MCDOWELL - (Dev. "VIDA
NUEVA PARA EL MUNDO”)