La obra de Dios solo
puede ser realizada por el poder de Dios. La Iglesia es un organismo espiritual que pelea
batallas espirituales y solo el poder espiritual puede hacer que funcione según
Dios ordenó.
La clave no es el
dinero, la organización, la inteligencia o la educación. ¿Estamos tú y yo
viendo los resultados que Pedro vio? ¿Estamos trayendo miles de hombres y
mujeres a Cristo del modo que lo hizo él? De no ser así, es necesario que
volvamos a la fuente de poder que tenía él. No importa cuál sea la sociedad o
la cultura, la ciudad o el pueblo, a Dios nunca le ha faltado el poder para
obrar a través de personas disponibles para que su nombre sea glorificado.
Cuando nos volvamos a
Dios con sinceridad, descubriremos que Su iglesia siempre avanza, no retrocede.
Nunca podremos retroceder y acomodarnos a lo que el mundo quiere o espera de
nosotros. Nuestra postura debe permanecer militante, agresiva y audaz.
Esto es lo que
caracterizaba al general William Booth y al Ejército de Salvación en sus
comienzos al invadir los barrios bajos de Londres. También caracterizaba a los esfuerzos misioneros como el de Hudson
Taylor en China y a los que experimentaron avivamiento durante el tiempo de la
expansión de los Estados Unidos hacia el oeste, quienes comunicaban la
verdad en amor y sin temor.
En la conocida historia
de David y Goliat, hay un momento maravilloso cuando el gigante se molesta al
ver a su joven oponente: “¿Soy yo perro,
para que vengas a mí con palos?, rugió él” (1 Samuel 17:43). Goliat se
sintió genuinamente insultado. “Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo
y a las bestias del campo” (Versículo 44).
¿Acaso se inmutó David?
¿Optó por una retirada estratégica detrás de algún árbol o peñasco, con la
intención de ganar un poco de tiempo? ¡De ninguna manera!
“Y aconteció que cuando
el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se
dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.” (Versículo 48).
Esa es la imagen de lo
que Dios quiere para nosotros hoy: ¡Que corramos hacia la lucha!
Las armas de David eran
ridículas: una honda y cinco piedras lisas. No importaba. Y Dios todavía sigue
utilizando herramientas tontas en manos de personas débiles para construir Su
reino. Con el respaldo de la oración y Su poder, podemos lograr lo impensable.
JIM CYMBALA - (DEVOCIONAL
DIARIO “ORACIONES”)