El quinto capítulo de
Marcos cuenta la historia de Jairo, el desesperado principal de la sinagoga que
le pidió a Jesús que sanara a su hija. La niña de doce años estaba
peligrosamente cerca de la muerte, y Jairo le rogó a Cristo que fuera a su casa
e impusiera sus manos sobre ella.
Jesús estuvo de acuerdo
en ir con él, pero primero se detuvo en el camino a ministrar a una mujer con
una enfermedad de flujo de sangre. (Esta fue la mujer que fue sanada cuando
tocó el borde de sus vestiduras) Mas mientras Jesús se tardaba, un mensajero
llegó con trágicas noticias: la hija de Jairo había muerto. Él le dijo al
principal de la sinagoga: “...Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al
Maestro?” (Marcos 5:35).
El corazón de Jairo fue
conmovido de dolor. El pensó: “Si tan solo hubiésemos llegado a tiempo. Ahora
es demasiado tarde. Mi hija se ha ido.” Pero Jesús le dijo con un tono de
confianza: “No temas, cree solamente” (Versículo 36).
Mientras se acercaban
al hogar de Jairo, escucharon sonidos de lamento y llanto. Era la familia y los
vecinos de Jairo, llorando por la niña. Imagina el contraste de esta escena: Aquí estaba Dios hecho hombre, el creador
del universo, capaz de hacer cualquier obra imaginable, mas ellos estaban
llorando en Su presencia. En resumen, ellos estaban testificando: “Dios
solo puede ayudar mientras quede algún signo de esperanza. Pero una vez que la
vida se ha ido, no hay más necesidad de llamarlo. Ni siquiera Él puede
restaurar ese tipo de situación.”
¿Cuántos cristianos hoy
en día no claman al Señor porque piensan que no hay esperanzas para su
problema? Multitudes confían en el Señor solo hasta el punto que algo muere en
sus vidas. No me estoy refiriendo a la muerte de una persona; estoy hablando de
la muerte de un matrimonio, de una relación, de un sueño, de la esperanza por
la salvación de un ser querido, de cualquier cosa en tu vida que tu creas es
imposible arreglar, cambiar o restaurar.
Jesús reprendió tal
incredulidad. Él le dijo a la muchedumbre que lloraba en el hogar de Jairo:
“¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme” (Versículo
39). Él estaba diciendo: “Esta situación no es lo que ves o piensas. Tú piensas
que se perdió toda esperanza, pero Yo digo que habrá restauración”. Entonces Él
fue a la habitación de la niña y diciendo solo palabras, Trajo a la niña de
vuelta a la vida. “Y luego la niña se levantó y andaba” (Versículo 42).
Nada está demasiado
“muerto” o demasiado lejos para que Él pueda devolverlo a la vida. Él está
diciendo: “Pon tu confianza en Mí para arreglar tu problema. Nunca es demasiado
tarde para que Yo obre.”
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)