¿Está usted preocupado
por algún miembro de su familia o amigo que parece no estar creciendo o
madurando en Cristo? A medida que evalúa a dicha persona, ¿está usted usando su
propio concepto de Cristo sobre esa vida? ¿Ha dibujado usted su propio círculo
de lo que significa ser un verdadero seguidor de Cristo y no puede ver a su
amado entrando en ese círculo?
¿Es posible que usted
esté limitando a Cristo? ¿Es su Jesús tan pequeño, tan limitado que usted no
puede creer que Su Espíritu pueda estar realizando una obra profunda, oculta?
¿Condena usted a alguien por no entrar dentro de su dibujo? ¿Cree usted que
Dios es suficientemente grande para obrar en tal persona de maneras que no son
vistas?
Hace 35 años, una
infame mujer llamada Celeste Horvath entró a las instalaciones de Desafío
Juvenil en Brooklyn. Ella era la tratante de blancas más conocida de Nueva
York, administraba una casa de citas que recibía a algunos de los hombres más
famosos de la nación. Celeste había sido criada en un hogar pentecostal, y su
abuela, una mujer de oración, había profetizado sobre ella: “Serás una
evangelista”. Pero Celeste rechazó su formación en la iglesia y se volcó a la
prostitución.
A medida que el negocio
de Celeste crecía, ella se volvió adicta a las drogas. Durante todo ese tiempo,
una batalla se estaba llevando a cabo en su corazón. Noche tras noche, ella
oraba: “Dios, por favor sólo permíteme vivir un día más”. Finalmente, Celeste
fue arrestada. La noticia ocupaba los titulares. En un punto su hermano le escribió una carta, donde decía: “Has
avergonzado tanto a la familia, que ya no tienes redención”. Pero Jesús
nunca la desamparó. Un día, en su hora más solitaria, Celeste oró y se
quebrantó delante del Señor. El cambio en ella fue inmediato, e
instantáneamente se convirtió en una nueva criatura.
Todos los que habían
visto la vida de Celeste por fuera, pensaron que ella no tenía ninguna
esperanza en lo absoluto, era dura como una piedra. Pero ellos habían limitado
la mirada de Cristo. No vieron al Espíritu Santo obrando en ella a lo largo de
los años. Mientras la gente cercana a Celeste la había visto como una persona
común e inmunda, el Señor había visto en ella, una evangelista.
Celeste apareció en
Desafío Juvenil, justo antes de ser sentenciada, y nosotros la recibimos. Ella
sirvió un tiempo en la prisión, donde se convirtió en la evangelista que Dios
la había llamado a ser. Ella llevó a muchas almas a Jesús, estando en la
cárcel. Después de salir, se volvió una poderosa predicadora de las calles y
eventualmente comenzó una iglesia en la ciudad de Long Island, una congregación
que sigue encendida en fuego hasta el día de hoy.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


