“¡Gracias a Dios por su
don inefable!” 2 Corintios 9:15
Adopte una teología que magnifique a Cristo, el don inefable de Dios.
Cuando un hombre empieza a condescender
con el pecado, a tener en poco la maldad y menospreciar el castigo futuro, no
acepte más su predicación. Algunos reducen tanto el evangelio hasta que queda
en nada. Hacen de nuestro divino Señor un bendito don nadie; empequeñecen tanto
la salvación que queda en mera salvabilidad; convierten las certezas en
probabilidades, y tratan la verdad como si fuera una simple opinión. Cuando vea
a un predicador degradando el evangelio y reduciéndolo hasta que de él no queda
suficiente ni para alimentar a un
saltamontes, aléjese de él. Cristo es el todo, Él es el don inefable de Dios.
Posiblemente jamás podremos darle las gracias como debemos. ¿Quién ha
bendecido al Señor lo suficiente solamente por la salvación? Si Jesús es nuestra
salvación, ¿Cuándo debemos agradecer a Dios por ello? ¡Cada mañana que
despertamos! ¿Por cuánto tiempo debemos de
hacerlo? Hasta que vayamos a dormir otra vez. Desde que sale el sol
hasta que se pone su nombre es exaltado. Hasta que el sueño sature nuestros
sentidos y nos sumerja en un dulce letargo. Es agradable continuar cantando
canciones al Señor en visiones sobre nuestro lecho, como si las cuerdas de
agradecida emoción vibraran aun después de que la mano del pensamiento deja de
tocarlas. Es bueno cuando aun este fantasioso extravío de nuestros sueños se
dirige hacia nuestro amado, sin desviarse nunca del terreno santo. Qué aún
nuestros sueños nocturnos le canten canciones a Jesús. ¡Ah, que logremos llegar
a ese estado en el cual estemos alabándolo continuamente, sin cesar! Démosle
doble alabanza mientras podamos hacerlo. Prometámonos hoy que con la ayuda de
su gracia le alabaremos mientras vivamos por su don inefable. Jamás veremos el fin de su obra santa. Todos los
que conocen su salvación, ¡alábenlo! Sus ángeles benditos, ¡alábenlo! Las
edades futuras ¡alábenlo! ¡Alábenlo todas sus lucientes estrellas! Él seguirá
siendo inefable hasta el fin. Oh, Espíritu Santo, escribe esta línea de
gratitud en la tabla de nuestro corazón.
ORACIÓN. Señor Jesús, Tú eres el don inefable del Padre, para mí. Tú eres más
grande de lo que yo pudiera imaginar. Alabado seas Tú. Amén.
CHARLES SPURGEON -
(Devocional diario "LA
ORACIÓN ")


