“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia,
el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios
13:4-7
Querido Dios:
Han pasado tres años
desde el divorcio de mis padres. He tratado de tenerte paciencia en esto. Sé
que tienes un plan y que simplemente no puedo verlo. Aun así, quisiera que las
cosas fueran diferentes. Quisiera que mis padres estuvieran juntos.
El mes pasado fui a
visitar a papá. No ha cambiado mucho. Sí, es cierto que le gusta comprarme
cosas. ¿No se da cuenta de que lo quiero, sin importar lo que haga? No tiene
que comprarme cosas para que lo quiera. Y después empieza a criticar a mamá.
Nada de lo que dice de ella es cierto. Antes me decía que el verdadero amor
podía superar cualquier tormenta. Supongo que el verdadero amor no pudo superar
las tormentas de mi papá. No he tenido noticias de él desde que volví a casa,
ni siquiera una llamada por teléfono.
Señor, dame fuerzas para amar a mi papá aunque me decepciona. Sé que necesita
amor tanto como cualquiera.
Y tú sabes que para mí
no es más fácil amar a mamá. Mi vida no le importa. Cuando intento hablar con
ella, no me escucha. Sigue trabajando
sin hacer una pausa. Dice que lo está haciendo por mí. Lo dudo. Si quisiera
hacer algo por mí, se volvería a juntar con papá y me escucharía cuando quiero
hablar con ella. Oh Dios, dame fuerzas para amar a mamá aunque me decepciona.
Tú ves cada ocasión
cuando mis padres me decepcionan, Señor. Ayúdame a permanecer fiel a ti, y
ayúdame a amar a mamá y a papá. Sé que eso es lo que tú quieres, por eso lo
quiero yo también.
Con cariño, Laura
Puedes notar en esas
palabras el corazón de una chica que ama a Dios y a otros más que a ella misma.
¿Cómo puedes saberlo? Porque Laura está mucho más preocupada por amar a sus
padres que por el hecho de que éstos no la aman a ella. Esa es la clase de amor
que Jesús vino a mostrarnos cuando vino al mundo. No contaba los desencantos
que sufría. Amaba a todos tal como eran. Aun pidió a su Padre que perdonara a
los que lo habían crucificado (ver Lucas 23:34).
Tu situación puede no
ser tan mala como la de Laura. Por otra parte, puede ser mucho peor. Sea como
sea, Dios te llama a amar como él ama, enfocándote en cómo puedes amar a otros,
no en cómo los demás no te aman. Si Jesús puede amar a los que lo enviaron a la
cruz, se hace evidente que puede ayudarnos a amar a aquellos que nos
decepcionan.
JOSH MCDOWELL - (Dev. "VIDA
NUEVA PARA EL MUNDO”)