domingo, 13 de julio de 2014

No es para nosotros 13 julio




Las Escrituras nos dicen que Ana, en su hora más desesperada, finalmente “hizo un voto. Le dijo: «Señor de los ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de esta sierva tuya, y te acuerdas de mí y me das un hijo varón, yo te lo dedicaré, Señor, para toda su vida. Yo te prometo que jamás la navaja rozará su cabeza»” (1 Samuel 1:11).

¡Eso era lo que Dios estaba esperando! Verás, a menudo cuando recibimos una respuesta muy rápido, nuestra tendencia humana es quedarnos con el beneficio. Claro, podemos testificar de cómo Dios es fiel y nos bendijo, pero en última instancia, tomamos la bendición y la consumimos en nosotros mismos. Es por eso que a menudo Dios tiene que esperar hasta que llegamos a un punto de desesperación al igual que Ana lo hizo: un lugar donde nos proponemos en nuestro corazón tomar esa respuesta y dársela al Señor para Su gloria.

En ese momento, Ana no tenía idea que esta desesperación santa era lo que Dios estaba produciendo en su propio pueblo como Su respuesta al peligro que su país se enfrentaba. Lo que ella sabía, sin embargo, era que habría un costo que acompañaría su voto. Imagínate lo difícil que debe haber sido, sabiendo que el sacerdocio era completamente apóstata y la nación estaba en decadencia, aun así elegir llevar a su hijo, el deseo de su corazón por el cual ella había orado por tanto tiempo, e internarlo en el templo.

Puedo imaginarme lo que los vecinos de Ana deben haber estado diciendo mientras salía hacia el templo esa última vez con su pequeño hijo. “¿Qué crees que estás haciendo Ana? ¡Dios finalmente contestó tu oración y te dio a este niño para ti!”. Es lo mismo con lo que tú y yo lucharemos todo el tiempo: el razonamiento falso; el consejo de los que nunca emprenderían tal travesía.

De alguna manera, Ana sabía que la vida con la que Cristo nos bendice no es para nosotros mismos, sino más bien para los demás. Era algo de lo que ella se dio cuenta en el templo cuando hizo ese voto al Señor por primera vez, con la promesa de traer de vuelta a Él la vida que Él le daría. De hecho, fue en ese momento que Ana se fue y su semblante dejó de estar triste (Ver 1 Samuel 1:18).


CARTER CONLON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)







TRADUCCIÓN