“Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y
el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los
ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra.” Salmo 8:4-5
El gentío apretujaba a
Adriana contra la barricada de soga, pero nadie la iba a sacar de la primera
línea. Hacía cinco horas que se había apostado en este lugar, en espera de una
limusina con un joven impresionante. Junto con sus padres, los reyes, el joven
príncipe pasaría por el pueblo de Adriana.
Adriana había oído que
este muchacho era inteligente, cortés y que hablaba cinco idiomas, así que
sabía que tenía encantos como nadie. Cuando apareció la limusina y el príncipe
saludó, Adriana pensó que poder verlo una vez valía la pena la espera.
A menos que seas de
cuna real o hayas llegado a ser un deportista profesional o un cantante de
moda, es más que probable que ningún gentío se junte para honrarte, ni te rodeen
guardaespaldas para protegerte, ni la gente haga arreglos especiales para ti.
Pero, ¿sabes que todos
los días de tu vida recibes esa atención especial por parte de Dios? Dios hace
exactamente esas tres cosas por nosotros, porque para él somos más importantes
que cualquier celebridad:
• Nos honra con su
atención especial, como lo describe el Salmo 8:4-5
• Envía
sus ángeles para que nos protejan. El Salmo 91:11 dice: "Pues a sus
ángeles dará órdenes acerca de ti, para que te guarden en todos tus
caminos".
• Está
haciendo arreglos especiales para nosotros. Juan 14:2 dice: "En la
casa de mi Padre muchas moradas hay... Voy, pues, a preparar lugar para
vosotros".
Dios no nos considera
grandes porque seamos tan buenos. Ninguno de nosotros es tan bueno como para
merecer ese tipo de atención. Nos llena de honores por lo que Jesucristo hizo
por nosotros, muriendo por nuestros pecados y quitando todo lo malo que
ofendería a Dios el Padre.
El gran amor de Dios
por nosotros no cambia aun cuando actuamos en formas que distan mucho de
corresponder a la realeza. Nuestros pecados entristecen a Dios, pero él nos
brinda una manera de seguir siendo superestrellas a sus ojos. ¿Recuerdas lo que
dice 1 Juan 1:9? "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad".
Cuando haces algo que obstruye
tu relación con Dios, haz inmediatamente lo necesario para volver a estar bien
con él. ¡Vive como el hijo singular que eres!
JOSH MCDOWELL - (Dev. "IGLESIA VIDA
NUEVA PARA EL MUNDO”)


