Jesús le dijo a sus
discípulos: “Viene el príncipe de este
mundo, y él nada tiene en mí” (Juan 14:30). Él estaba diciendo, en esencia:
“Cuando Satanás viene a Mí, él no puede hallar un lugar. Estoy bajo la
autoridad total de Mi Padre”.
De igual manera,
Satanás no puede entrar en el cuerpo o en el espíritu de algún creyente que
cuya vida esté completamente sometida a la Palabra de Dios. A él se le debe dar un lugar
para que pueda tener terreno. Y eso sólo sucede cuando una persona sustrae del
“precio de la heredad”. Déjame explicar.
En Hechos 5 una pareja
llamada Ananías y Safira vendió una porción de su tierra y dio las ganancias a
la nueva iglesia en Jerusalén. Pero, cuando pusieron la cantidad a los pies de
Pedro, el apóstol se quedó perplejo. Él les preguntó: “¿Por qué llenó Satanás
tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la
heredad? (Hechos 5:3). Tan pronto como Pedro dijo estas palabras, Ananías cayó
muerto ahí mismo y un minuto después, su esposa.
¿Cuál es la lección que
Dios quería enseñar a la iglesia a través de esto? No creo que tenga nada que
ver con el pedazo físico de terreno que pertenecía a Ananías y Safira. Más
bien, tenía que ver con el territorio interno en sus corazones.
Esta pareja creía que podía ser 95 por ciento obediente a
Dios, pero mantenerse desobediente en una pequeña área y sentirse seguros. Habían escuchado la Palabra pura de Dios
predicada, pero se rebelaron contra lo que sabían que era cierto. Se
convencieron así: “Podemos servir al Señor y quedarnos con esto”. Esa era una
mentira al Espíritu Santo.
Así que la parte del
precio con la que se quedaron no tenía que ver con dinero, sino con un pequeño
terreno de codicia en sus corazones. Era una pequeña área lo suficientemente
grande para darle a Satanás una fortaleza y con su propia y terca
desobediencia, permitieron que el enemigo llenara sus corazones.
Por eso Pablo advierte:
“Ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:27). El ejemplo de Ananías y Safira es
claro: El precio de una vida vencedora no es poca cosa. Significa sujetar
nuestras vidas completamente a la
Palabra de Dios, sin lugares oscuros, deseos ocultos o
rebeliones. No le des a Satanás ni una pulgada de terreno. Eso es todo lo que
él necesita para entrar y establecer una base de poder.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


