CONFESIÓN DE PECADO
Por Pastor Juan Radhamés Fernández
La confesión de pecado es un acto de fe y es el resultado de la
aceptación y convicción profunda por alguna falta cometida contra Dios. El que
comete un pecado debe confesarlo para alcanzar misericordia y paz para su alma.
Cuando pecamos es contra Dios que lo hacemos, pues Él es el único Santo, Él es
el Justo y Él es el Bueno, aunque nuestro arrepentimiento debe reflejarse
necesariamente en beneficio de aquel contra quien se pecó. De hecho, cuando la
confesión es sincera y auténtica lleva frutos, y se refleja en acciones que se
toman para restituir la falta cometida con miras a obtener el perdón, primero
de Dios y luego de aquel a quien hemos ofendido.
En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea para confesión es “yadah”, lo que se traduce como “lanzar”
“echar” “tirar”, “echar abajo”. Es decir que confesar es algo que sale de
nuestro interior como una bola, un lanzamiento, a algo que se voltea de manera
que deja ver todo lo que antes estaba oculto, como un molde que se ponga boca
abajo o un vestido que se voltee al revés. Por lo que entiendo que es un acto
que se realiza con una fuerza de adentro hacia fuera, algo difícil, espinoso,
donde no se encuentran palabras cómo empezar, cómo decir, cómo confesar. Mas,
la oración de Daniel, la de Esdras, y el salmo 51 que oró David a Dios cuando
fue confrontado por el pecado que cometió contra Urías el Heteo (2 Samuel 11;
12), son modelos de oración de arrepentimiento por nuestros pecados y de la
gran restauración que atrae a nuestras almas la confesión.
Debo decir que por causa de nuestra naturaleza carnal, pecamos, lo cual
trae mucho dolor a nuestro corazón y es el ardid donde el diablo se recrea
trayendo a memoria nuestros pecados antiguos, llenándonos de culpabilidad. Pero hemos sido hechos nuevas criaturas en
Cristo y su sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos seguirá perfeccionando
en santidad y en el temor a Dios. Por tanto, como cristianos, el confesar
nuestros pecados debe ser algo constante, y tan importante e ineludible como el
orar, pues su práctica limpia nuestro corazón y renueva y restaura la
contrición del Espíritu recto que Dios ha hecho morar dentro nuestro. Por lo
cual, la confesión es sumamente necesaria y obligatoria para nuestra vida
espiritual, pues de no hacerlo afecta no solo nuestra comunión con Dios, sino
la relación con nuestros hermanos.
Asimismo, la confesión de pecado es una señal indubitable de nuestra
vida nueva en Cristo, por eso guarda tan estrecha relación con el
arrepentimiento y bautismo. La confesión nos da libertad para adorarle. Confesar nuestros pecados trae a nuestra
vida paz, sanidad espiritual y el don del Espíritu Santo.
-Números 5:6 “Di a los hijos de Israel: El
hombre o la mujer que cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres
prevarican contra Jehová y delinquen, aquella persona confesará el pecado que
cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta
parte, y lo dará a aquel contra quien pecó”.
-Esdras 10:1 “Mientras oraba Esdras y hacía
confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una
muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo
amargamente”.
-Nehemías 9:3 “Y puestos de pie en su lugar,
leyeron el libro de la ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta
parte confesaron sus pecados y adoraron a Jehová su Dios”.
-Salmos 32:5 “Mi pecado te declaré, y no encubrí
mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la
maldad de mi pecado. Selah”.
-Salmos 38:17-18 “Pero yo estoy a punto de caer, Y
mi dolor está delante de mí continuamente. Por tanto, confesaré mi maldad, Y me
contristaré por mi pecado”.
-Salmos 50:23 “El que sacrifica alabanza me
honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Dios”.
-Salmos 51 “Ten piedad de mí, oh Dios,
conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis
rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo
reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti,
contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas
reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en
maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la
verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu
rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de
delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu
salvación, Y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores
tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh
Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis
labios, Y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo
lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. Haz
bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén. Entonces te
agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo
quemada; Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar”.
-Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no
prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”.
-Isaías 43:18-19 “No os acordéis de las cosas
pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa
nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el
desierto, y ríos en la soledad”.
-Daniel 9:4 “Y oré a Jehová mi Dios e hice
confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas
el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos”.
-Mateo 3:2 “y diciendo: Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado. y eran bautizados por él en el Jordán,
confesando sus pecados”.
-Hechos 2:38 “Pedro les dijo: Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
-Hechos 3:19-20 “Así que, arrepentíos y convertíos,
para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes
anunciado”.
-Hechos 19:18 “Y muchos de los que habían creído
venían, confesando y dando cuenta de sus hechos”.
-Santiago 5:16 “Confesaos vuestras ofensas unos a
otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del
justo puede mucho”.
-1 Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados, él
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
¡Aleluya!


