El último recuerdo que
tengo de mi querido amigo el Pastor Bernard Sigouin aquí en la tierra es este
magnífico momento, mientras permanecía de pie con las manos levantadas al cielo
cantando:
Canto una sencilla
canción de amor
Para mi Salvador, mi
Jesús.
Estoy agradecido por
todo lo que has hecho,
Mi amado Salvador, mi
precioso Jesús.
Mi corazón se alegra de
que me llames Tuyo.
No quisiera estar en
ningún otro lugar más que
En sus brazos de amor,
En sus brazos de amor.
Permaneciendo quieto,
permaneciendo cerca,
En tus brazos de amor.
Así es como el Pastor
Bernard dejó esta tierra para reunirse con su Padre. Con palabras de alabanza
en los labios y la alegría de haber servido fielmente a Dios hasta el final, se encontró en los brazos amorosos de Aquel
a quien había confiado toda su vida con una fe inquebrantable. Mientras
caía al suelo, allí mismo en la iglesia a la que había dedicado su vida entera,
me vino a la memoria el versículo: “Ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”
(ver 2 Corintios 5:8).
Para mí fue un
privilegio compartir la
Palabra en su funeral. Seres queridos, familiares, pastores,
líderes y estudiantes de las Escuelas Bíblicas se reunieron para honrar su
memoria y celebrar su vida y su fe. Compartí un texto de la Biblia con el auditorio
repleto, un pasaje de la
Escritura que nos llama a esta fe que nunca se rinde:
“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque
fiel es el que prometió. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande
galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la
voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de
venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no
agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para
perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” (Hebreos
10:23, 35-39).
¡Que una nueva
generación sea inspirada a tomar posesión de esta antorcha encendida, la
convicción absoluta de que sin fe es imposible poseer! ¡Que la luz de tu fe
ilumine la noche fría y oscura de la incredulidad, dando esperanza y dirección
a todos los que te rodean que han perdido su camino, y para quienes volver a
creer es una cuestión de vida o muerte!
CLAUDE HOUDE - (Devocional Diario
“ORACIONES”)


