Cuando le das tu corazón a Jesús, ganas una gran batalla.
Los poderes del infierno son derrotados, despojándosele a Satanás el botín que
tomó de ti cuando gobernaba tu vida. Pero después, mientras estás aun brillando
con la victoria espiritual y la libertad, dos reyes te esperan -los mismos dos
reyes que esperaban a Abram en Génesis 14:17-24-.
Abram enfrentó una tentación tan fuerte, como pocos seres
humanos han experimentado. Delante de él había una oferta de riquezas, bienes
materiales y fama, pero él no tuvo que pensar dos veces acerca de su decisión.
Su respuesta a la oferta del rey de Sodoma fue un rápido y claro “NO”. ¿Por
qué? Porque lo que más le importaba a Abram era preservar la reputación de
Dios, no la suya. En efecto, él le estaba diciendo al rey de Sodoma: "Voy
a dejarte todas estas cosas para ti -el pueblo, las riquezas- todo, porque, de
todas formas, mi Señor es dueño de todo. Si
Él decide hacerme rico, que así sea. Pero no quiero que llegues a jactarte de
haberme hecho rico".
¿De dónde obtuvo Abram tal desprendimiento del mundo, tal
independencia, que fue capaz de rechazar de plano la oferta del diablo de las
bendiciones materiales? Queda claro por la Escritura que Abram obtuvo su fuerza
de una revelación fresca de quién es Dios. Melquisedec había abierto los ojos
de Abram a una asombrosa visión del carácter de Dios: "[Melquisedec] le
bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo… que entregó tus
enemigos en tu mano" (Génesis 14:19-20).
Incrustado en este versículo, está un nombre para Jehová:
El Elyon. Esto significa, literalmente: "Dios Altísimo, creador y poseedor
de los cielos y de la tierra". Melquisedec estaba declarando a Abram:
"Tu Señor no es sólo Dios por encima de todos los demás dioses, Él es el
creador de todo el universo. Todo lo que hay dentro de éste, le pertenece a Él
-toda la riqueza, todo el ganado y todas las posesiones-. Él está en control de
todo lo que ves a tu alrededor".
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)