“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados.” 1 Juan 1:9
El apóstol
Juan escribió su primera epístola para definir la diferencia entre un cristiano
y un incrédulo. Nuestro versículo de hoy indica que la confesión caracteriza al
primero. El versículo siguiente dice: “Si decimos que no hemos pecado, le
hacemos a él mentiroso” (v. 10). Los hombres no regenerados niegan su pecado,
pero los cristianos aceptan la responsabilidad por el pecado y lo confiesan.
La confesión de pecado no tiene lugar solamente
en la salvación. Continúa, como la fe, durante toda la vida de
un creyente. La disposición de confesar el pecado es parte del modelo de vida
que caracteriza a todos los creyentes. Ese modelo también incluye el amor (1
Jn. 3:14), la separación del mundo (2:15), y la enseñanza por el Espíritu Santo
(2:27). Desde luego que hay varios grados de confesión, a veces no hacemos una
confesión tan completa como debiéramos, pero un verdadero creyente finalmente
reconoce su pecado.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY)