CONTIGO APRENDÍ…
Por Yuri Yamile Urrea Ruiz
Contigo aprendí: dos
palabras, tan cortas como contundentes, simples como vehementes. Nunca un
pronombre y un verbo dieron tanto de sí aunque pudiera expresarlo con otras
palabras pero esto fue lo que salió dentro de mí. Tan breve título pudiera ser el de
un poema salido de la pluma del más inspirado poeta o versado orador o mejor
aún pudiera referirse a aquella famosa y romántica canción…
Pero
no es ni lo uno ni lo otro o quizás ambas cosas a la vez, déjame contarte de lo
que se trata o de quién es. Aun así es mi Poema, mi Verbo, mi Maestro, mi Dueño y mi más elevada inspiración; contigo aprendí son dos
palabras que señalan un profundo vínculo, búsqueda constante y estrecha relación.
Se trata del Señor Jesucristo, el mismo que tú y yo amamos, no te preocupes ni
tengas celos de mí pues acuérdate de que somos hermanos.
Durante
el año que pasó le vi caminar sobre las aguas y también en medio de una fuerte
tempestad, pero me ha enseñado la senda por la que él quería que aprendiera a
caminar. Confieso que no ha sido fácil y que hubo días que quise volver atrás
pero él me vio agotada y desvalida y una vez más me vino a rescatar.
Déjame
contarte mis emociones y sentimientos aunque sabemos que todos pasamos por
difíciles momentos. Mi madre, la que el evangelio me enseñó estaba muy enferma en
Colombia y tan lejos me encontraba yo, con lo cual acomodé un viaje precipitado
en medio de mucha oración. Pero justo un día antes de viajar a mi querido país
mi pequeño hijo sufrió un "accidente" y tuvimos que quedarnos aquí.
Una
de sus amigas un bracito le partió impidiendo nuestra salida y causando grande confusión. Quién iba a imaginar que una linda niña cuyo nombre en griego significa paz a buena hora me recordaría lo que es el perdón, una vez más.
Nunca
pensaría que de repente tendría que cambiar los pasillos del aeropuerto por los
de un hospital más recordé en ese momento que para los que amamos a Dios no
puede salir nada mal. Los tiquetes y pasaporte de emergencia en mi mano se
quedaron al tiempo que mi Padre Celestial limpiaba las lágrimas que por mis mejillas abundantemente rodaron.
Expuse
mi queja y clamor ante la Máxima Autoridad del Universo y aunque no entendía lo
que estaba pasando sé que Él a nuestro lado estaba caminando. Aún es el momento
en que ignoro la razón exacta aunque muy válida debió de ser, así lo había permitido
y no por eso yo le iba a dejar de querer. El caso fue que volví a poner mis
esperanzas en Dios aunque me estaba demorando pero tuvo misericordia de mí haciéndome
comprender que poco a poco se me estaba revelando.
Mi
corazón se rompió en mil pedazos y no sabía cuál era la solución pero él estaba
viéndolo todo y no tardó en aplicar su dulce curación. Oveja y cordero se
abandonaron en los tiernos brazos del más amoroso pastor, mientras mi familia seguía
esperándome en casa aunque entendían que aquí estaríamos mejor.
Fueron
largos días de incertidumbre en medio de mucho calor pues nos encontrábamos en
pleno verano aprendiendo de Jesús lo que es el verdadero amor. Las heridas poco
van curando y gracias a sus cuidados mi madre y mi hijo se encuentran mucho
mejor; ahora puedo entender al salmista de cómo es que se forja un verdadero
adorador.
Señor,
lamento mucho haberme apartado en ocasiones de ti pues siempre me has tratado
con amor profundo aunque pensara que te habías olvidado de mí. Has respondido
mis plegarias, aquellas que con dolor profundo varias veces te elevé,
transformaste mi lamento en gozo y una vez más me dejé querer.
La
fe y fuerza que creí tener fueron probadas al mismo tiempo, pero tengo que
reconocer que fue tu gracia abundante la que me sostuvo en todo momento. Has
enjugado nuestras lágrimas y calmado nuestro sufrimiento, mi familia y yo te
estamos muy agradecidos aunque no podamos vernos durante largo tiempo. Más aun
así todos queremos seguir en pos de ti cada día, porque bien sabemos que tienes un
propósito en todo aunque a veces nos equivoquemos de vía.
A
pesar de las pruebas y que ha pasado el tiempo tengo la certeza de que se han
fortalecido nuestros lazos familiares pues con la ayuda de Dios hemos salido
adelante a pesar de los bravíos mares. En un momento determinado nos unió en
un mismo corazón y ante el trono de la gracia nos presentamos juntos en
oración.
Te
ofrezco mi servicio exclusivo, quiero estar dispuesta únicamente para ti y
aunque sabes que nada puedo darte quiero poner a tus pies lo que tengas para
mí. Sé que nadie podrá amarme tanto aunque mi esposo siempre estuvo ahí pero
has sido tú quien ha restaurado mi alma y casi puedo decir que tu rostro vi.
Me
has enseñado profundas lecciones en medio de gran dolor pero te agradezco por
cada momento vivido pues has quitado de mí el temor. En todo caso quiero
conservar ese temor reverente, aquel que tus hijos tenemos y que debemos llevar muy
presente. Quiero que escribas mi historia con tu puño y letra pues apenas soy
un papel en blanco, más segura estoy que llevo impreso el sello de tu divino
Espíritu Santo.
Por
todo ello y por mucho más, a ti Jesucristo, mi más sincera gratitud, y profunda
admiración, mi más sentido respeto, como deseo de plena consagración. Quiero
seguir aprendiendo de ti y seguir a tu lado con una vida plenamente transformada
de tal manera que nadie se atreva a dudar que es por tu poder que estoy siendo
restaurada.
Por
favor, mi dulce Señor, que no quede rastro ni huella de aquella mujer frágil,
insegura y en extremo nerviosa, aunque me consuela saber que así son las ovejitas
y aun así para ti cada una es única como una joya muy valiosa.
Sé
que como dice tu palabra estarás conmigo en mi diario caminar aunque necesito como nadie abundante gracia divina
para no poderme extraviar. Y no olvides una porción extra de tu favor sin igual
pues conoces de sobra mis defectos y sólo tú sabes si me acompañarán hasta el
final.
Quiero
seguir por el sendero que en una eternidad pasada me marcaste pues será para mí
un honor que pueda cumplir con el destino que un día para mí planeaste. Me has
dado tantas bendiciones y privilegios que ya sé que nunca más podría estar de
ti lejos; ayúdame a estar a la altura de mis responsabilidades pues nos has
dado una herencia incalculable sin importar si tenemos o no facultades.
Ah,
y ayúdame a entender que soy un puente, un simple canal de bendición para que
todos quieran conocerte algún día y así levantar la bandera de rendición.
Postrada ante ti sin condiciones, preguntas ni exigencias quiero vivir, solo
que escuches de mis labios, Abba Padre, para ti quiero existir.
Sé
que a este lado de la gloria tienes muchas más cosas para enseñarme pues disto
tanto de parecerme a tu Hijo amado que varias veces tendrás que moldearme. Ya
no tengo miedo a nada ni a nadie pues contigo enfrentaré lo que venga por adelante;
y al demonio, pecado y tentación en tu nombre sé que podré enfrentarme.
Verano,
otoño, invierno y primavera jamás serán iguales pues me has demostrado un amor
profundo y ya seremos inseparables. Quiero llevar tu yugo, marca tú la ruta,
velocidad, el paso y la dirección pues sabes que sola no puedo y que me quiere
ganar la obstinación.
Definitivamente,
Señor, a quién más podría yo acudir pues aunque me ames tanto sé que no me vas
a dejar así. Sigue transformando mi carácter aunque a cincel y martillo tenga
que ser ya que esta vasija es pequeña pero mucha iniquidad puede contener.
Es
mi sueño que el divino alfarero haga de mí una verdadera obra de arte y que tus
preciosas manos pueden recogerme para que al fin pueda contemplarte. Cada día me
das razones para que anhele estar definitivamente en tu presencia pero no
quiero irme antes ni después hasta que halles en mí tu verdadera esencia.
Necesito de tu poder y de tu fuerza para crecer diariamente y así siempre te obedezca. Mis rodillas se seguirán doblando ante ti y mi corazón inclinaré ante tu presencia pues sé que a la eternidad entraremos únicamente por la puerta estrecha.
Necesito de tu poder y de tu fuerza para crecer diariamente y así siempre te obedezca. Mis rodillas se seguirán doblando ante ti y mi corazón inclinaré ante tu presencia pues sé que a la eternidad entraremos únicamente por la puerta estrecha.
Ahora
me despido pues ya se acerca la media noche y el año viejo se va, es hora de agradecer
sólo a Aquél que la vida da; perdóname una vez más, si he tardado en
entenderte, mi único y suficiente Señor, y tú también si me he extendido,
querido lector.
No
he pretendido enseñarte nada pues sé que eres más juicioso y dedicado que esta
simple redactora y quiero que sepas que de este blog soy tan solo su editora; mas quise expresar las
experiencias de quien anhela ser del Dios Trino una fiel adoradora.
Seguiré
aprendiendo lo que es la compasión, la humildad y el perdón para que de esta
manera la gloria y honra sea toda para nuestro Señor. Un Feliz 2014 y lleno de
bendiciones nos espera pues no olvidemos que hemos sido escogidos de entre
muchos para que sólo caminemos a Su vera…