“Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los
hijos de Israel partían; […] donde la nube paraba, allí acampaban…” Números 9:17
(Leer Juan 3:22-35)
Según la Oficina del Censo de Estados Unidos,
los ciudadanos se mudan de un lugar a otro un promedio de once a doce veces
durante toda su vida. Hace poco, 28.000.000 de personas empacaron, se mudaron y
desempacaron bajo un nuevo techo.
Durante los 40 años de Israel en el desierto,
la nube de la presencia de Dios guió a toda la nación a mudarse de un lugar a
otro como anticipo de una nueva patria. El relato es tan repetitivo que casi
parece una comedia. La enorme familia empacaba y desempacaba una y otra vez; y
no solo sus pertenencias, sino también el tabernáculo, donde Dios se encontraba
con Moisés (ver Éxodo 25:22).
Muchos años después, Jesús daría pleno sentido a la
historia de la época de mudanzas de Israel. En vez de guiar desde una nube, vino en persona. Y cuando dijo: «Venid en
pos de mí» (Mateo 4:19), comenzó a mostrar que los cambios más importantes de
domicilio ocurren en los senderos del corazón. Al guiar a amigos y enemigos al
pie de una cruz romana, mostró hasta dónde llegaría el Dios de la nube y el
tabernáculo para rescatarnos.
Así como los cambios de dirección, las
mudanzas del corazón son estresantes. Pero un día, desde una ventana de la casa
de nuestro Padre, veremos que Jesús nos acompañó y guió todo el camino.
Señor, quiero seguirte. Ayúdame a ir donde tu amor me guíe hoy.
¿En qué te incomoda seguir a Dios? ¿Cómo te
ayudaría la oración a fortalecer tu
fe y tu confianza en Él?
(La Biblia en un año: Éxodo 36–38
— Mateo 23:1-22)