Somos seres creados para depender. Nos lleva
toda una vida comprender esta verdad. Lo habrás escuchado, no está de más que
otra vez lo consideres. Nacemos con una discapacidad crónica, espiritual,
invisible pero real. Ese estado de necesidad nos debería acercar a Dios,
nuestro Creador y Dador de la vida.
Pero es ese mismo estado de enemistad con
Dios (así lo llama la Biblia) el que nos impide quebrar nuestro obstinado
corazón y acudir a Él en busca de socorro.
Es entonces cuando crecemos y enfrentamos
crisis mayores, cuando tenemos que decidir “arreglármelas solito” o levantar la
mirada al cielo y decirle a Él “No puedo más. Sálvame”. Alguien dijo, y con
razón, que muchas veces Dios tiene que tumbarnos de espaldas al suelo porque es
la única manera de mirar hacia arriba.
Tal vez, la evidencia más clara de que estamos
conscientes de esa necesidad de Dios, sea nuestra vida de oración. ¿Cómo está? Uno de los momentos más sagrados que un
mortal pueda experimentar es el orar comunicándose con su Creador. Pero,
lamentablemente, esta práctica sublime se ha mal interpretado y hoy se usa como
parte de un ritual mecánico y hueco.
Alguien dijo que la oración es para el
espíritu, como el oxígeno para el cuerpo. Sí. La oración es la respiración del
alma. Es la evidencia de vida espiritual. Te oxigena, te da aliento, la
necesitas para desahogarte. Lo más lindo del momento de orar es que te sientes
en contacto con lo eterno. Entras en una dimensión especial, diferente y única.
¡Es increíble, pero así de real!
La historia de la iglesia está engalanada con
vidas de hombres y mujeres que marcaron la diferencia. Una mirada a sus
biografías descubre el secreto: UNA VIDA DE ORACIÓN EN CRECIMIENTO. Fue el
legado de Jesús. Se despidió orando. El relato de Lucas 22:44 lo describe arrodillado
en el huerto de Getsemaní: “a mayor agonía, oraba más intensamente”. ¿No
será por eso que vivimos con el alma asfixiada?…
PENSAMIENTO DEL DÍA. La medida de un hombre está proporcionalmente calculada
por la medida de su vida de oración.
MIN.
LA BIBLIA DICE – (DEVOCIONAL
“UNA PAUSA EN TU VIDA”)