“Bienaventurados los mansos, porque
ellos recibirán la tierra por heredad.” Mateo 5:5
“Tú, oh hombre de Dios... sigue la
justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.” 1ª Timoteo
6:11
(Leer 2 Samuel 4 – Mateo 26:14-16 –
Salmo 22:1-5 – Prov. 8:28-31)
Las
bienaventuranzas
El adjetivo
traducido por “manso” designa un rasgo de carácter no muy apreciado entre los
valores de este mundo. Sin embargo, aparece en la Biblia. “Moisés era muy
manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3). Un
profeta del Antiguo Testamento había anunciado la venida del Mesías Rey, quien
sería humilde (Zacarías 9:9), y la humildad es inseparable de la mansedumbre. Esta
profecía se cumplió cuando Jesús entró en Jerusalén. “He aquí, tu Rey viene a
ti, manso, y sentado sobre una asna” (Mateo 21:5). Jesús invita a ir a él a
todos los que están cargados, y les dice: “Aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón” (Mateo 11:29). Solo él lo fue plenamente.
En ciertas
personas la mansedumbre parece ser natural. Sin embargo, la mansedumbre a la
cual se une la promesa es el fruto del Espíritu de Dios en la vida del creyente
(Gálatas 5:22-23). Si somos conscientes
de la inmensa bondad de Dios, podemos vivir y manifestar esa mansedumbre
alrededor nuestro. Ser manso es una disposición de corazón que se expresa
estando atento al prójimo, y siendo humilde, es decir, no insistiendo sobre los
propios derechos.
Los mansos
“recibirán la tierra por heredad”, dijo Jesús. Esta promesa, que simboliza la
bendición, se cumplirá cuando el reino de Cristo venga. Pero desde ahora, él
abre los tesoros de su gracia a aquellos que son mansos y humildes. “Dios
resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1ª Pedro 5:5).
(Continuará el
próximo lunes)
EDICIONES BÍBLICAS – (DEVOCIONAL “LA BUENA SEMILLA”)