“Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo
matarlo; pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos
guardaban las puertas de día y de noche para matarlo. Entonces los discípulos,
tomándolo de noche, lo bajaron por el muro, descolgándolo en una canasta.” Hechos 9:23-25 (Lea Hechos 9:19-31)
¡Qué humillación! Aquí
estaba Pablo, equipado para ganar el día para Jesucristo. Iba a mostrar al
mundo cuánto podía hacer para este nuevo Señor que había encontrado. Pero en
cambio se encuentra humillado, desechado, rechazado, repudiado. Sus propios
amigos han de llevárselo de noche y bajarlo por una muralla. Camina hacia la
oscuridad en completo y miserable fracaso y derrota.
Lo más asombroso es que
muchos años después, al escribirle a los corintios y al reflejar sobre su vida,
recuenta este episodio. Dice: “¿Me pides que me gloríe del acontecimiento más
importante de mi vida? El más grande acontecimiento de mi vida fue cuando me
llevaron de noche y me descolgaron sobre los muros en un canasto. Esa fue la
experiencia más significativa que jamás he tenido desde el día que conocí a
Cristo” (2ª Corintios 11:32-33).
¿No es asombroso? ¿Por
qué sería esto? Porque fue ahí en ese momento que el apóstol comenzó a aprender
las verdades que graba para nosotros en el tercer capítulo de Filipenses, donde
dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida
por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por
la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús” (Filipenses 3:7-8a). O sea:
“Todas las cosas que sentí fueron tan necesarias para hacer lo que Dios quería,
tuve que aprender que eran absolutamente inútiles, sin valor. No las necesitaba
para nada. Todo lo que pensé que tenía y necesitaba para servirle, tuve que
aprender que no las necesitaba para nada. El comienzo de esa gran lección fue
la noche en la que me descolgaron en un canasto de las murallas. Ahí empecé a
aprender algo. Tardé bastante tiempo en entenderlo. Pero ahí empecé a aprender
que Dios no necesitaba mis habilidades; necesitaba sólo mi disponibilidad. Sólo
me necesitaba a mí, como una persona. No necesitaba mi trasfondo; no necesitaba
mi linaje. No necesitaba mi conocimiento del hebreo. No necesitaba mi conocimiento
de la ley. No necesitaba ninguno de estas cosas para nada. De hecho no tenía
ninguna intención particular para utilizarlas para alcanzar a los judíos; me
iba a mandar a los gentiles”. Y aunque no lo entendió plenamente entonces,
empezó a asumir el yugo de Cristo y a aprender aquello que Jesucristo dice que
cada uno de nosotros debe de aprender si vamos a ser útiles para Él.
Jesús nos informa del
currículo: “que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:19b). La ambición y
el orgullo deben de morir. Aprendemos que ya no vivimos para engrandecernos a
nosotros mismos. No vivimos para ser una
persona importante, ni religio-samente ni secularmente. Vivimos sólo para ser un
instrumento de la obra de Jesucristo. Y debemos de aprender la verdad que
Jesús enseñó a Sus propios discípulos cuando estaba aquí en la carne:
“separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5b). ¿Qué es lo que puedes hacer?
“¡Nada!” Puede que lo que hagas sea mucho a los ojos del mundo. Puede que lo
que hagas sea estimado ahí. Pero en los ojos de Dios, sin Él no es nada. Si
estás dependiendo de ti mismo, Dios evalúa todo lo que haces como si no valiera
nada. Esto es lo que Pablo comenzó a aprender. Por medio de esta experiencia su
orgullo comenzó a morir.
ORACIÓN. Señor, te pido que aprenda la lección, y que tenga la voluntad de no ser ya una persona que tenga que tener el control del programa yo mismo, sino que esté dispuesto a seguir a donde Tú guías, y a confiar en Tu vida en mí para poder ser todo lo necesario para poder hacer todo lo que necesita hacerse.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Estamos aprendiendo la libertad y la belleza de la humildad, o estamos todavía contando con nuestros propios recursos, reales o imaginados, para lograr la obra de Dios en nosotros y por medio de nosotros?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU PRESENCIA")
ORACIÓN. Señor, te pido que aprenda la lección, y que tenga la voluntad de no ser ya una persona que tenga que tener el control del programa yo mismo, sino que esté dispuesto a seguir a donde Tú guías, y a confiar en Tu vida en mí para poder ser todo lo necesario para poder hacer todo lo que necesita hacerse.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Estamos aprendiendo la libertad y la belleza de la humildad, o estamos todavía contando con nuestros propios recursos, reales o imaginados, para lograr la obra de Dios en nosotros y por medio de nosotros?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU PRESENCIA")