“Porque todo el
que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa
de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo,
y perdiere su alma?” Mateo 16:24-26
Tener éxito en la vida es la meta de casi todas las
personas. Cada uno tiene sus propias ambiciones, sea en el plano profesional,
financiero o familiar, y hace todo lo posible por conseguirlas. Con el fin de
ver realizadas sus metas la mayoría de las personas invierten una gran cantidad
de años en los estudios con el fin de capacitarse; después continúan usando
años de su vida trabajando en su profesión u oficio con el fin de ganar dinero
para cubrir sus necesidades, satisfacer sus deseos o caprichos y a la vez
ahorrar algún dinero para "el futuro". Sin embargo ese “futuro”
pronto se convierte en “pasado”, y en un abrir y cerrar de ojos llega el final
de su vida terrenal. Y en muchos casos apenas ha habido tiempo para disfrutar
lo logrado.
El tiempo de vida para los seres humanos es relativamente
corto, sobre todo si lo comparamos con la eternidad. Si pudiéramos entender
esto profundamente quizás nos preocuparíamos menos por esta vida y más por la
venidera. Jesús finaliza el pasaje de hoy diciendo: “Porque ¿qué aprovechará al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Esta es una expresión de
una profundidad impresionante. Nos muestra la futilidad de los esfuerzos del
hombre aún en el caso de que esos esfuerzos le llevaran a ganarse “todo el
mundo”, lo cual desde luego es humanamente imposible. Pero Jesús usa esta frase
a propósito tratando de que entendamos que, aún llegando al más alto nivel de éxito humano, de nada serviría si no
hemos prestado atención al aspecto espiritual, el cual es lo único eterno.
Si, por amor a Cristo, nos consagramos a hacer la
voluntad de Dios y a servirle, y situamos en un plano secundario la búsqueda
del éxito en esta tierra, entonces Dios nos proveerá abundantemente de todo lo
que necesitamos en este mundo. Así dice Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Y, lo que
es más importante, actuando de esta manera estaríamos acumulando un tesoro en
los cielos para disfrutar la vida eterna, como dice Mateo 6:20: “No os hagáis
tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones
minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.”
Habiendo entendido esto perfectamente, el apóstol Pablo
escribió en su carta a los filipenses: “Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun
estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo.” (Filipenses 3:7-8). Es decir, Pablo reconoció que
todo lo que en un tiempo había considerado como algo muy importante y valioso
en su vida, después de conocer a Cristo, lo situó en un nivel de prioridad tan
bajo que llegó a considerarlo como pérdida y como basura.
Si tú has entendido profundamente esta enseñanza, te será
fácil poner en el orden perfecto tus prioridades, aunque esto signifique
renunciar a cosas que hasta este momento han ocupado un lugar primordial en tu
vida por encima de las cosas espirituales. Recuerda que no es posible servir a
dos señores a la vez, ni buscar al mismo tiempo las riquezas del mundo y las
riquezas divinas. Así dice la Biblia en Mateo 6:24: “Ninguno puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Acumula
tesoros en el cielo, no riquezas en la tierra. Ahora mismo acércate al Señor en
oración, y pídele que te ayude a ponerlo a él en primer lugar en tu vida y a
darle menos importancia a las riquezas temporales de este mundo. De esta manera
dejarás establecidas tus prioridades y verdaderamente salvarás tu vida.
ORACIÓN: Padre santo, te adoro y exalto tu nombre en este día, y
te doy gracias por todas las bendiciones que diariamente recibo. Te ruego me
des el discernimiento espiritual que necesito para darle prioridad a las cosas
que verdaderamente tienen importancia y dejar a un lado las que no la tienen,
para que tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.
ENRIQUE SANZ - (DEVOCIONAL "DIOS TE HABLA")