lunes, 8 de enero de 2018

No perder la memoria 7 enero


NO PERDER LA MEMORIA




Por el Dr. Samuel Escobar A.







Aquellas mujeres sentían un afecto profundo por Jesús. Junto con sus discípulos le habían acompañado en sus viajes misioneros, y como cuenta el evangelista Lucas, “los ayudaban con sus propios recursos” (Lc 8:1-3). Aún en el momento más duro de su agonía, crucificado entre dos ladrones, ellas estuvieron presentes: “las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron mirando desde lejos” (Lc 23:49). Conmovidas por la injusticia y la crueldad de la escena, querían ver qué iba a pasar con su maestro. Y sabemos la historia:”Un hombre bueno y justo llamado José, miembro del Consejo, que no había estado de acuerdo con la decisión, ni con la conducta” (Lc 23: 50-51) hizo gestiones ante Pilato para que le permitiera enterrar a Jesús “en un sepulcro cavado en la roca, en el que todavía no se había sepultado a nadie” (Lc 23:53).

Sólo podemos imaginar las emociones que embargaban a estas mujeres, posiblemente parecidas a las de otros seguidores, como esos dos caminantes que Lucas nos describe perturbados, cabizbajos, con los ojos velados (Lc 24:14-17), poseídos de un sentido de derrota y desesperanza. Pero en el caso de las mujeres no podía faltar ese sentido práctico femenino, puesto al servicio de la compasión y el afecto: “Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea, siguieron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes. Entonces descansaron el sábado conforme al mandamiento” (Lc 23: 55-56). Quizás una de ellas era la que poseída de profunda gratitud por el mensaje perdonador del Maestro, había ungido los pies de Jesús con perfume,  en casa de Simón (Lc 7: 36-50).

Valientes y hacendosas mujeres las que veinticuatro horas después, pasado el día de reposo, madrugaron para ir al sepulcro llevando los perfumes que habían preparado. ¡Qué tremenda sorpresa las esperaba! El sepulcro estaba abierto  y el cuerpo de Jesús no estaba allí. Cuenta Lucas que quedaron asustadas y se postraron sobre su rostro (Lc 24:4-5). Dos mensajeros de Dios con ropas resplandecientes les dijeron “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado!” (Lc 24:4-8). Aquella afirmación contundente les refrescó la memoria: Jesús mismo había dicho que resucitaría al tercer día. Sólo podemos imaginar las actitudes y las conversaciones de estas mujeres en el apresurado camino de regreso.

Por alguna razón Lucas nos cuenta que al regresar del sepulcro las mujeres les contaron a los once todas estas cosas, y agrega este comentario demoledor para ese grupo de líderes: “Pero a los discípulos el relato les pareció una tontería, así que no les creyeron” (Lc 24:11). Otras traducciones dicen que el relato de las mujeres les pareció “una locura” a los apóstoles. Sólo después y lentamente se fueron convenciendo y aquella nueva certeza los transformó por completo, hasta el punto de que años más tarde el apóstol Pablo nos dice rotundamente: “Si Cristo no ha resucitado nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco vuestra fe” (1ª Cor 15:14).

No hemos de olvidar que el primer día de la semana se llama Domingo porque el Señor, nuestro Dómine, resucitó y las primeras que se enteraron fueron aquellas mujeres valientes, dedicadas  y prácticas que lo habían seguido por el largo camino desde Galilea hasta Jerusalén.




(Cortesía del Dr. Samuel Escobar A.)

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El Dr. Samuel Escobar Aguirre es Pastor, escritor y teólogo. Graduado en las Facultades de Letras y Educación de la Universidad de San Marcos, Lima, obtuvo su Doctorado (Cum Laude) por la Universidad Complutense de Madrid. Oriundo de Arequipa, Perú (1934) se ha desempeñado en varios campos como el de profesor, Asesor de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos en Perú, Argentina, Brasil, España y Canadá, participado en diversos Congresos Evangélicos en varios países, y es fundador y Presidente de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (1970) del que actualmente es Presidente Honorario. Está radicado actualmente en la ciudad de Valencia, España, y es Profesor del Seminario Teológico de la Unión Evangélica Bautista Española en Alcobendas, Madrid.

Entre varios de sus libros podemos encontrar:

Diálogo entre Cristo y Marx (1967); Decadencia de la religión (1973); Irrupción juvenil (1978); Evangelio y realidad social (1988); La fe evangélica y las teologías de la liberación (1987), Paulo Freire: una pedagogía latinoamericana (1993), Tiempo de misión (1999), Changing Tides: Latin America and Christian Mission (2002), The New Global Mission (2003), La Palabra: vida de la iglesia (2006).



http://samuelescobar.com/








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