AUTO NEGACIÓN SIGNIFICA: SOBRIEDAD, JUSTICIA Y
DEVOCIÓN
1. El Apóstol Pablo nos da un breve
sumario de una vida bien regulada cuando le dice a Tito: “Porque la gracia de
Dios se a manifestado para ofrecer salvación a todos lo hombres, enseñándonos
que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo
sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio
a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí
un pueblo de su propiedad, celoso de buenas obras.” (Tito 2:11-14). Pablo
declara que necesitamos la gracia de Dios como estimulo para nuestras vidas,
pero que para llegar a una verdadera adoración deben quitarse de en medio dos
obstáculos: primero, la falta de devoción a la cual estamos fuertemente
inclinados, y luego, concupiscencia de la carne que trata de agobiarnos y
abrumarnos. La falta de devoción y
piedad no solo da lugar a las supersticiones, sino todo aquello que estorba el
santo temor hacia Dios. Las concupiscencias mundanas representan o
simbolizan las afecciones carnales. Pablo nos urge a que dejemos de lado
nuestros deseos anteriores, los cuales están en conflicto permanentes con las
dos tablas de la ley, y que renunciemos a todos los dictados de nuestra propia
razón y voluntad.
2. El Apóstol resume todas las acciones
de la nueva vida en tres grupos: sobriedad, justicia y piedad. Indudablemente
la sobriedad significa castidad y templanza, y también el uso puro y frugal de
las bendiciones temporales, incluyendo la paciencia en la pobreza. La rectitud
incluye todos los deberes de la justicia, de modo que cada hombre reciba lo que
le corresponde. La piedad nos separa de la contaminación del mundo y, por medio
de la verdadera santidad, nos une a Dios. Cuando las virtudes de la sobriedad,
la justicia y la piedad están firmemente unidas producen una absoluta
perfección.
3. Nada es más difícil que dejar de lado
los pensamientos carnales, someter y renunciar a nuestros falsos apetitos, y
consagrarnos a Dios y a nuestros hermanos, viviendo así una vida de ángeles en
un mundo de corrupción. Para liberar nuestras mentes de todo engaño, Pablo
llama nuestra atención a la esperanza de una bendita inmortalidad, y nos anima
para que sepamos que no es en vano. Así como Cristo apareció una vez como
redentor, Él vendrá otra vez para mostrarnos los beneficios de la salvación que
hemos obtenido. El Señor Jesucristo nos quita de nuestra mente los encantos que
nos ciegan, y nos impide volver a desearlos, dándonos un justo celo por la
gloria celestial. Cristo también nos enseña para que vivamos en este mundo
como, “extranjeros y peregrinos”, de modo que no perdamos nuestra herencia en
los cielos. (Ver Tito 2:11-14).
JUAN CALVINO - (DEV. "EL LIBRO DE ORO DE LA
VERD.")