“Había un hombre de los fariseos que se llamaba
Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: ‘Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer
estas señales que tú haces, si no está Dios con él’. Le respondió Jesús: ‘De
cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de
Dios.’” Juan 3:1-3 (Lea: Juan 3:1-16)
Fíjese usted
cómo Jesús responde directamente a lo que le pregunta Nicodemo con una frase
cortante y penetrante que debió de producir el efecto de una espada que se
clavase en su corazón. Observe usted lo que está diciendo Jesús con estas
asombrosas palabras a Nicodemo. El nuevo nacimiento es absolutamente esencial
para entrar en el reino. Juan usa una palabra muy interesante aquí que se
traduce como “de nuevo” o como “otra vez”. Es la palabra griega anothen, que significa “de nuevo” o
“hacer algo una segunda vez”. Esto es algo que con frecuencia se refiere a un
nuevo comienzo radical que procede de lo alto, lo cual significa que es Dios el
que debe realizarlo. Está hablando acerca de algo radical, de un nuevo
comienzo. Es un segundo nacimiento, pero procede de lo alto. Es Dios quien lo
realiza, no el hombre, y da como resultado una nueva creación, un nuevo
comienzo.
Esta idea
aparece muchas veces en el Nuevo Testamento. Pablo habla acerca de “como a
niños en Cristo” (1ª Corintios 3:1). Pedro dice: “desead, como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis” (1ª Pedro 2:2). Pedro habla de nuevo acerca de “pues habéis renacido, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible” (1ª Pedro 1:23). Y habla acerca de
que “nos hizo renacer para una esperanza viva” (1ª Pedro 1:3). Pablo habla no
sólo acerca de ser nuevas criaturas en Cristo, sino de una nueva creación;
habla acerca de pasar de la muerte a la vida, de un comienzo nuevo y radical.
Jesús deja perfectamente claro que esta es la única manera que podemos entrar
en el reino de Dios. Si no sigue usted este camino, no puede entrar. No hay manera de que pueda usted ni
siquiera ver el reino de Dios sin esto.
Como es
natural, estar en “el reino de Dios” es pertenecer a Dios; es formar parte de
Su gobierno, de Su reino, de Su dominio. Pablo habla de ser trasladado “del
poder de las tinieblas al reino de Su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Por lo
tanto, Jesús se estaba refiriendo a un cambio de ciudadanía, del abandono
radical de lo que éramos con anterioridad.
Jesús sintió
que había en Nicodemo una profunda hambre, un vacío. Aquí tenemos a un hombre
que estaba haciendo todo lo humanamente posible por obedecer lo que creía que
era lo que deseaba Dios, a pesar de lo cual, tenía un corazón vacío e
insatisfecho que le impulsó a buscar a Jesús de noche, a riesgo de hacer que
sus rivales se sintiesen disgustados, con el fin de hablar con Él acerca del
reino de Dios. Plenamente consciente de ello, nuestro Señor le muestra de
inmediato el camino correcto, diciéndole de hecho: “Estás perdiendo tu tiempo
si crees que puedes entrar en el reino de Dios tal y como eres ahora. No puedes
hacerlo; es preciso que nazcas de nuevo”.
El texto
favorito de John Wesley, que predicó por toda Inglaterra, Gales y Escocia, fue
este: “Os es necesario nacer de nuevo”. Alguien le dijo en cierta ocasión:
“¿Por qué predicas con tanta frecuencia acerca de que ‘os es necesario nacer de
nuevo’?”. La respuesta de Wesley fue: “Porque os es necesario nacer de nuevo”.
Eso es lo que estaba diciendo Jesús.
ORACIÓN. Padre, te doy gracias por el milagro
del nuevo nacimiento que sólo procede de lo alto. Es tan sólo por medio de Tu
gran poder y amor que esto podía sucederme a mí.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. El nuevo
nacimiento espiritual lo genera Dios, que es Amor. ¿Cómo estamos nosotros
respondiendo a este amor por el cual Él pagó semejante precio?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU
PRESENCIA")