LA SANTIDAD ES EL PRINCIPIO CLAVE
1. El plan de las Escrituras para vida de
un cristiano es doble:
PRIMERO: Que
seamos instruidos en la ley para amar la rectitud. “porque por naturaleza" no
estamos inclinado a hacerlo.
SEGUNDO: Que
aprendamos unas reglas sencillas pero importantes, de modo que no
desfallezcamos ni nos debilitemos en nuestro camino.
De las muchas
recomendaciones excelentes que hace la Escritura, no hay ninguna mejor que este
principio: “Sed Santos, porque Yo Soy Santo.” Cuando andamos esparcidos como
ovejas sin pastor, y perdidos en el laberinto del mundo, Cristo nos llamó y nos
reunió para que pudiésemos volver a Él.
2. Al oír cualquier mención de nuestra
unión mística con Cristo, debiéramos recordar que el único medio para
lograrla es la Santidad. La Santidad no es un mérito por medio del cual podamos
obtener la comunión con Dios, sino un don de Cristo, el cual nos capacita para
estar unidos a Él y a seguirle.
Es la propia
gloria de Dios que no puede tener nada que ver con la iniquidad y la impureza;
por lo tanto, si queremos prestar atención a su invitación, es imprescindible
que tengamos este principio siempre presente. Si en el transcurso de nuestra
vida cristiana queremos seguir adheridos a los principios mundanos. ¿Para que
entonces, fuimos rescatados de la iniquidad y la contaminación de este mundo?
Si deseamos pertenecer a su pueblo, la Santidad del Señor nos amonesta a que
vivamos en la Jerusalén Santa de Dios.
Jerusalén es
una tierra Santa, por lo tanto no puede ser profanada por habitantes de
conducta impura. El salmista dice: Jehová ¿Quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte Santo? El que anda en integridad y hace justicia, y
habla verdad en su corazón." El Santuario del Santísimo debe mantenerse
inmaculado. Ver (Lev. 19: 2; 1ª Ped 1: 16; Isa 35. 10; Sal 15: 1-2; 24:3-4).
JUAN CALVINO - (DEV. "EL LIBRO DE ORO DE LA
VERD.")