“Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me
siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de
mi mano. Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre.” Juan 10:27-29 (Lea: Juan 10:22-42)
¿Cómo se puede
saber quién es un verdadero cristiano? Jesús dice: “Me sigue”. Es decir, los
verdaderos cristianos obedecen a Jesús; hacen lo que Él les ha mandado. Esto no
significa que siempre lo hagan de inmediato y sin resistirse. Todos nosotros
nos resistimos a veces contra lo que nuestro Señor dice; todos nos resistimos
en algunas ocasiones. A veces es necesario que la palabra sea explicada con
toda claridad y de manera exacta en cuanto al enfoque de nuestra vida. Pero el
punto es, una vez que hemos visto lo que desea Jesús, la actitud de la
verdadera oveja es: “Señor, aunque me duela, aunque me cueste trabajo, haré lo
que Tú dices y te seguiré”.
¿Por qué actúan
las ovejas de esta manera? ¿Qué es lo que ha hecho la diferencia? Tres cosas:
Primero, Jesús dice: “yo les doy vida eterna”. Esto lo dice en tiempo presente
indicativo: “yo continúo dándoles vida eterna”. ¿Qué es lo que hace que nos
aferremos a Jesús? La vida que Él da, la paz, el gozo, el amor que sentimos, el
sentimiento de serenidad interior, el perdón, el sentimiento de pertenecer y de
ser protegidos, guardados y queridos, eso es lo que hace que acudamos a Él. Es una
calidad de vida que recibimos de una manera tan continua que renunciaríamos a
cualquier otra cosa en lugar de renunciar a esta. Nos sentimos atraídos porque
Él continúa dándonos vida, vida eterna, la clase de vida que procede de Dios.
En segundo
lugar, esta calidad de vida posee un elemento de garantía: que no acabará
jamás. Nos ofrece seguridad; sabemos que no nos va a pasar nada. Nunca
pereceremos. ¿No es esta una palabra maravillosa? Vivimos en un mundo que
perece, en un mundo que está destinado al juicio, a la destrucción final. Las
personas que están a todo nuestro alrededor viven de tal modo que su vida
acabará en el infierno, pero debido a que Él nos ha dado vida eterna, ¡nosotros
no pereceremos jamás! ¡Qué maravillosa palabra de seguridad! Es una vida que
sobrevive a la muerte, que incluso la desprecia. Todo el mundo está destinado a
morir, pero hay muchos que viven sin temor y que no miran al futuro con esa
terrible y trágica falta de esperanza. Saben que ha sido provisto un medio por
el cual ni siquiera tendrán que pasar por la muerte o sentirla cuando suceda,
sino que pasarán de inmediato a la gloria, a la vida y a la verdad.
En tercer
lugar, esta es una vida que está guardada, reservada y protegida por dos Seres
a los que no se les puede conquistar. Jesús dijo: “Nadie las arrebatará de mi
mano. Mi Padre, que me las ha dado, mayor que todo es, y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre”. En Colosenses, Pablo se refiere a estas dos
cosas: “vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3b). ¡Qué
maravillosa perspectiva es esta en cuanto a nuestra seguridad! Nadie, ni
siquiera nosotros mismos, puede arrebatarnos de la mano del Padre (véase
Romanos 8:38-39).
ORACIÓN. Señor te doy gracias por la seguridad
de la vida eterna y por el hecho de que la vida no acabará jamás. Gracias
porque puedo confiar en Tu promesa de que nadie puede arrebatarme de Tu
poderosa mano.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. Como ovejas que
dependemos del cuidado de nuestro Pastor, ¿estamos nosotros aprendiendo a
deliberadamente optar por decidir confiar en nuestro Pastor, que nos guía por
sendas de justicia por amor a Su nombre?
RAY STEADMAN - (DEV. "EL PODER DE SU
PRESENCIA")