“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo
pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3
Todo el mundo desea vivir en paz. Sin embargo todos los
días leemos en los periódicos o vemos en la televisión noticias de asesinatos,
peleas, robos a mano armada, guerras por dondequiera. Vivimos en un mundo que
parece estar encontrando su mejor expresión en el odio, la violencia, la
guerra. Se han escrito libros, se han dado cursos, se han invertido vidas
tratando de encontrar la paz. En las Naciones Unidas se reúnen todos los años
representantes de todos los países del mundo con el fin de llegar a acuerdos que
“garanticen” la paz mundial. La pregunta es: ¿Y hay paz? No, no la hay. ¿Por
qué no hay paz? El problema es que no se puede legislar la paz. No puede
crearse la paz por medio de leyes. La verdadera paz viene de Dios y se
manifiesta dentro de cada persona. Veamos tres cosas que la Biblia nos dice
acerca de la paz:
* La primera se
encuentra en Romanos 5:1:
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo.” Lo primero que nos enseña la Biblia sobre la paz es que la
paz viene a nuestras vidas cuando arreglamos nuestras cuentas con Aquel que es
nuestro Creador. Para entender bien este concepto tenemos que remontarnos al
principio de la creación. Cuando Dios creó a Adán y a Eva lo hizo con el fin de
tener una relación personal con ellos y derramar sobre ellos su amor y sus
bendiciones. Con ese fin, primero preparó todas las condiciones de manera
perfecta. Después los creó a ellos y les dijo que podían disfrutar plenamente
de toda la creación. Pero Dios les advirtió que no debían comer del fruto “del
árbol de la ciencia del bien y el mal.” (Génesis 2:17). Más tarde, la serpiente
sedujo a Eva y tanto ella como Adán comieron de la fruta prohibida, y como
consecuencia fueron echados del paraíso. Antes del pecado de desobediencia,
Adán y Eva tenían una linda relación con Dios, recibían todo tipo de
bendiciones y vivían felices llenos de una paz inefable. Después, en lugar de
esa paz quedó un profundo vacío en el alma del hombre que sólo Dios puede
llenar. Por eso Dios envió a su Hijo, “para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Ciertamente no habrá paz en el
ser humano hasta que arregle sus cuentas con Dios “por medio de nuestro Señor
Jesucristo.”
* Una segunda
cosa que nos enseña la Palabra de Dios acerca de la paz se encuentra en
Colosenses 1:19-20: “Por cuanto agradó
al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar
consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en
los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” Una vez “arreglamos
nuestras cuentas” con Dios al aceptar el sacrificio de su Hijo en la cruz del
Calvario, y habiéndonos reconciliado con nuestro creador debemos mantener una
relación espiritual íntima con él a través de ese puente que él estableció, que es Cristo
Jesús.
* Lo tercero
que menciona la Biblia sobre la paz se encuentra en Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” En medio de los afanes y las
dificultades de la vida podemos llegarnos a Dios por medio de la oración y su
paz nos inundará. Esa paz inefable que no es producto de las circunstancias,
que no depende de que la salud esté bien o que la cuenta del banco esté
abundante, sino que aun en medio de circunstancias difíciles, de manera
inexplicable nace de adentro hacia afuera.
La paz que el mundo nos ofrece es una paz incompleta, que
no satisface plenamente, y es además una paz temporal que desaparece tan pronto
las circunstancias favorables dejan de existir. Por el contrario, la paz que
Dios nos da nos llena totalmente y podemos sentirla en las buenas y en las
malas porque no depende de las circunstancias. Y esa paz se manifiesta en
nuestras vidas cuando hemos llegado a tener una íntima relación con nuestro
Padre celestial por medio de la lectura de la Biblia y la oración cada día de nuestras
vidas.
ORACIÓN: Padre santo, por favor pon en mi corazón un sincero deseo
de buscarte cada día y pasar tiempo en santa comunión hasta llegar a tener una
íntima relación contigo, y que pueda yo sentir esa profunda paz que tú ofreces.
En el nombre de Jesús, Amén.
ENRIQUE SANZ - (DEVOCIONAL "DIOS TE HABLA")