“Hijos míos, que nadie os engañe; el que
practica la justicia es justo, así como Él es justo. El que practica el pecado
es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios
se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo.” 1ª Juan 3:7-8
Meditemos en
esta situación excepcional. Si el Hijo de Dios vino para ayudarnos a dejar de
pecar -para destruir las obras del diablo- y si también vino a morir para que
cuando pecáramos hubiera una propiciación, de modo que la ira de Dios fuera
quitada, ¿qué es lo que esto implica en nuestra vida?
Tres cosas, y
las tres son maravillosas. Las expondré brevemente a modo de regalos de
Navidad.
1. Un propósito claro para la vida. La venida de
Cristo le da un propósito claro a nuestra vida. De manera negativa es muy
simple: no pecar. «…Os escribo estas cosas para que no pequéis» (1ª Juan 2:1).
«El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del
diablo» (1ª Juan 3:8).
Si se
preguntan, «¿Nos podrías decir lo mismo de una manera positiva, en lugar de
negativa?» La respuesta es esta: Sí, todo está resumido en 1ª Juan 3:23. Ese
pasaje es una gran síntesis de lo que toda la carta de Juan requiere.
Observemos la forma singular de la palabra mandamiento: «Y este es su
mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos
unos a otros como Él nos ha mandado». Estas dos cosas están tan estrechamente
conectadas para Juan, que él las llama un solo mandamiento: amar a Jesús y amar
a los demás. Ese es nuestro propósito. Es el resumen de la vida cristiana:
confiar en Jesús y amar a las personas. He aquí el primer regalo: un propósito
por el cual vivir.
2. La esperanza de que nuestras faltas serán
perdonadas. Reflexionemos en la segunda implicación conformada por
las dos verdades de que Jesús vino a destruir nuestra conducta pecaminosa y a
perdonar nuestros pecados. Esta segunda implicación consiste en lo siguiente:
progresamos en nuestra lucha contra el pecado cuando tenemos la esperanza de
que nuestras faltas serán perdonadas. Si no tenemos esperanza de que Dios
perdonará nuestras faltas, nos daremos por vencidos en cuanto empecemos a
combatir el pecado.
Muchos de
ustedes estarán considerando hacer cambios en el nuevo año porque han caído en
conductas pecaminosas y quieren ser libres de ellas. Quieren nuevos hábitos de
alimentación y de entretenimiento, nuevos patrones para ofrendar, nuevas formas
de relacionarse con su cónyuge, nuevas formas de buscar al Señor en familia,
nuevos hábitos de descanso y ejercicio físico, nuevas formas de tomar coraje
para compartir el evangelio. Pero están luchando, preguntándose si el esfuerzo
vale la pena. Bueno, he aquí entonces el segundo regalo de Navidad: Cristo no
solo vino a destruir las obras del diablo, es decir, nuestro pecado, sino que también
vino para abogar a nuestro favor cuando fracasemos en nuestra lucha.
Por eso les
ruego, permitan que la libertad para fracasar les dé esperanza para luchar.
¡Pero cuidado! Si transforman la gracia de Dios en una licencia y dicen: «Bien,
si puedo fracasar, y no tiene importancia, entonces ¿para qué molestarme en
luchar?». Si dicen eso, y realmente lo creen, y persisten en actuar así,
entonces es probable que no hayan nacido de nuevo, y deberían temblar ante tal
posibilidad.
Pero esa no es
la posición en la que la mayoría de ustedes se encuentra. La mayoría de ustedes
quiere luchar contra las conductas pecaminosas que hay en su vida. Lo que Dios
les dice es esto: permitan que la libertad para fracasar les dé esperanza para
luchar. Escribo esto para que no pequen, pero si pecan, tienen un abogado:
Jesucristo.
3. La ayuda de Cristo. Por último, la
tercera implicación de esta verdad doble de que Cristo vino para que no sigamos
pecando y para perdonar nuestros pecados, es la siguiente: Cristo está
dispuesto a ayudarnos en nuestra lucha. En verdad nos ayudará. Él está de
nuestro lado. No vino a destruir el pecado porque el pecado sea entretenido,
sino porque es fatal. El pecado es una obra engañosa del diablo y nos llevará a
la ruina si no luchamos contra este. Cristo vino a ayudarnos, no a hacernos
daño.
Por lo tanto,
he aquí nuestro tercer regalo de Navidad: Cristo nos ayudará a vencer el pecado
en nosotros. Como dice 1ª Juan 4:4: «mayor es el que está en vosotros que el
que está en el mundo». Jesús está vivo, Jesús es todopoderoso, Jesús vive en
nosotros por la fe. Y además Jesús está a nuestro favor, no en nuestra contra.
Él nos ayudará. Confiemos en él.
JOHN PIPER - (Dev. tomado del mensaje “EL HIJO DE DIOS APARECIÓ PARA DESTRUIR LAS OBRAS DEL DIABLO")
JOHN PIPER - (Dev. tomado del mensaje “EL HIJO DE DIOS APARECIÓ PARA DESTRUIR LAS OBRAS DEL DIABLO")