“Porque si cuando éramos enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido
reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos
recibido la reconciliación.” Romanos
5:10-11
¿Cómo recibimos
reconciliación y gozo en Dios en la práctica? Una respuesta sería así: por
medio de Jesucristo. Lo que significa, al menos en parte, crear el retrato de
Jesús como está en la Biblia -la obra y las palabras de Jesús retratadas en el
Nuevo Testamento- el contenido esencial de nuestro júbilo en Dios. El gozo sin
el contenido de Cristo no honra a Cristo.
En 2ª Corintios
4:4-6, Pablo describe la conversión de dos maneras. En el versículo 4, dice que
es ver «la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios». Y en el versículo 6,
dice que es ver «la gloria de Dios en la faz de Cristo». En ambos casos,
podemos apreciar cuál es el punto. Tenemos a Cristo, la imagen de Dios, y
tenemos a Dios en el rostro de Cristo.
En un sentido práctico, para regocijarnos en Dios
nos regocijamos en lo que vemos y conocemos de Dios en el retrato de Jesucristo. Y lo
experimentamos plenamente cuando el amor de Dios es derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo, como dice Romanos 5:5.
Esto nos lleva
al tema central la de Navidad: no solo Dios pagó por nuestra reconciliación
mediante la muerte del Señor Jesucristo (versículo 10), y no solamente Dios nos
dio la capacidad de recibir la reconciliación por medio del Señor Jesucristo
(versículo 11), sino que también ahora, como dice el versículo 11, nos
gloriamos en Dios mismo por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Jesús adquirió
por precio nuestra reconciliación. Nos dio la capacidad de recibir la
reconciliación y de abrir el regalo. Y Jesús mismo resplandece desde la envoltura
-el obsequio indescriptible- como Dios manifestado en la carne, y despierta
todo nuestro gozo en Dios.
Pongamos la
mirada en Jesús esta Navidad. Recibamos el regalo de la reconciliación por la
que él pagó. No lo dejemos sin abrir en un anaquel, ni lo abramos para luego
convertirlo en el medio para obtener todos nuestros otros placeres.
Abramos y
disfrutemos el regalo. Alegrémonos en Cristo. Hagamos de él nuestro deleite.
Hagamos de él nuestro tesoro.
JOHN PIPER - (Dev. tomado del sermón “NOS GLORIAMOS EN DIOS POR MEDIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”)
JOHN PIPER - (Dev. tomado del sermón “NOS GLORIAMOS EN DIOS POR MEDIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”)